Preparatoria Regional de El Salto (UdeG)
Nuestros lazos tienen un centenar de nudos bañados de plata. Y es que espero, morimos, y si morimos qué importa, porque allá donde el Sol ya no es el que alumbra, todo es color sandía y las calles están cubiertas con letreros de nuestros nombres. Espero llamarte y juntarnos más, y así juntitos volvernos a casar. Que la huesuda nos lleve al altar y, así de catrina como es, que sea testigo y con sus ojotes vea cómo mi costilla regresa a su perfecto lugar; y que al fin la noche nupcial, la luz del faro sobre mi aureola traspase tus vestiduras rosas, te penetre y te fecunde el vientre. Y ahí entre cocoa y dulces de leche pegarnos mucho mucho hasta obligar a la claridad a entrar por las sábanas, y por la mañana así desnudos quedarnos y bordear cada rincón de nuestra casita de oro, subir y bajar por nuestras escaleras nuevas y por fin, cuando nuestros cuerpos declinen ya cansados, embriagarnos con rompope y yo ceder de nueva cuenta a la sonrisa que se te dibuja entre los senos.