A blanco y negro (los ojos)
sus ojos la delatan:
querida se tragó los celuloides,
se quema por dentro y
los acetatos.
Me grita como diciendo una pendejada
(alguien arriba también se reía).
Los fuegos de colores salvan
de su boca y (salían) y el infierno
me dijo que no era mía:
-A estas horas el color de
los labios se (me) desvanece-.
De grande quiero ser
el fuego que queme
la casa de tus padres.
Contesto y me dice
no tengo que ser tan grande
mañana quizá (el dolor) se acabe:
-es preferible
la muerte a
este ambiente-
(su) un cuerpo
-tan descuidado-
Otoño llenó mis ojos de
cortaduras a la mitad,
de hojas flamables,
-mis manos parecen ramas secas-
bolsillos vacíos,
lágrimas secas,
-cuestión de minutos-
(la boca violenta).
La decadencia la trajo el cielo y el
obscuro objeto del deseo
(esto significa que no tuvo suficiente dinero,
aunque nunca lo hay pues hablamos del fuego).
-La vida es divertida- dijo querida.
Me gustaría para mí
-es tan extraordinario-
morder la cabeza
-piezas de ajedrez que hemos sido-
del ángel exterminador
-al morir debíamos enamorarnos-
al morir debíamos evaporarnos.