Escuela Politécnica, 2014 B
Existió hace bastante tiempo una joven de afable corazón.
Un día, enamorada, entregó a un hombre su fidelidad sin razón.
Ante ello, el padre de la joven presentó constante oposición,
pues no creía que el amorío tuviese provechosa conclusión.
Ella dio continuidad al sentimiento de su corazón y su padre no le importó.
Como consecuencia él la castigó y por completo en agua la transformó.
Días después, acogida por la desesperación, no creyó tener oportunidad
y escapó al encuentro de su amor, desapareciendo fugaz en la oscuridad.
A la par del claro de luna, corrió a donde al amante la habría de encontrar,
pero, ¡oh, sorpresa, de lo que en ese insólito instante se iba a percatar!
El joven la miró convertida en agua y sin pensar la abandonó,
dejando en ella un arduo sentimiento de tristeza y gran dolor
abrumándola con la vergüenza y la decepción atroz.
Desde entonces, cada velada con la noche en turno presa del desconcierto,
vaga y llora sin cesar por los campos con la armonía y el ademán del viento,
dejando a su paso las minúsculas lágrimas sobre pétalos y cardos.
De esta manera, llegado el amanecer, éstos se han de sacudir
al sondel fresco de la mañana y sin la brisa poder eludir.