Preparatoria 17, 2014 B
Fue por esa puerta de madera por la que entró la primera vez y por donde salió para no volver nunca más. Nadie imaginaba lo que ocurriría, bastaron seis meses para que todo cambiara. Muertes trágicas, desapariciones y mucha angustia, dolor y tensión se vivía en esa preparatoria, y todo por una sola persona, un demonio, que se hacía pasar por maestro…
Él era un ser malvado. Los que lo veían, le tenían miedo, y quienes no le temían es porque habían sido manipulados para su beneficio haciendo que los demás creyeran que su manera de evaluar a los alumnos era la correcta debido a su estructura y orden, ocasionando que más grupos formaran parte de sus listas por torturar. Lo conocíamos como el maestro más odiado de matemáticas, ese que nadie quisiera que aparezca en su horario. Por desgracia, el salón elegido era el mío.
La primera vez que llegó hacía calor. El día estaba soleado, alegre, todo parecía maravilloso; sin embargo, en cuanto pisó el aula, no sé, un frío infernal llegó, las nubes se volvieron grises y el aire era tan pero tan brusco que pudo haber ocasionado un minitornado, tanto así, que hizo volar los objetos de las mesas de mis compañeros. Todos recogimos nuestras cosas y nos sentamos. En cada clase torturaba; sus actividades, las tareas, era un ambiente sumamente desesperante, parecíamos estudiantes de medicina desvelándonos para acabar los trabajos que nos pedía. Entonces me di cuenta de que algo no iba bien. Cierto día, al olvidar mi dinero dentro de la mochila y volver al salón por él, encontré al maestro muy extraño: gritaba en silencio, su cara comenzó a cambiar, le salieron colmillos, cuernos y su piel se volvió gris. En sus manos tomó un frasco que tenía guardado en su mochila y que contenía un líquido espeso, rojizo con unos ojos y un corazón latiendo. Abrió el frasco, sacó los ojos y se los comió. El corazón lo sacó y se lo puso en la boca. De repente el miedo comenzó a invadirme, la puerta rechinó. Justo cuando lo vi volteando hacia mí, salí corriendo.
Después ocurrieron sucesos extraordinarios. Los alumnos más listos se enfermaron, algunos otros desaparecieron; hay quienes dicen que seguro desertaron o que, al pasar por el parque, veían a un ser extraño que los seguía. Al parecer había trampas en su camino a la salvación, como clavos, que se les encajaban en el pie o sogas que aparecían mágicamente, era allí cuando se robaba sus almas o al menos eso me lo dijo un compañero que no soportó el terror que le causaba el maestro, porque, según él, era testigo de lo que pasaba.
Al final, la felicidad se borró de nosotros. Teníamos ojeras y estábamos pálidos. Esperábamos el fin del semestre. En su última clase, cuando nos dijo las calificaciones, resonó por todo el salón una carcajada tenebrosa cada vez más fuerte. Se escuchaban rezos, el suelo comenzó a temblar de repente, se abrió y de él salieron llamaradas de fuego. La persona que estaba enfrente de nosotros ahora era un ser de otro mundo y la puerta, esa puerta no dejaba de moverse…
—¡Despierta! Te dormiste en toda mi clase.
—¿Qué? ¿Pero qué ocurrió?
Luego de un día largo, pesado, en medio de una confusión, me dormí en la clase del maestro de mate sin pensar que él ya me tenía en la mira. Cuando salí de la prepa, pensé en llegar lo más pronto posible a casa y, al despedirme de mis amigos, ellos me miraban compasivos como si supieran que algo malo me iba a pasar. En el camino todo estuvo normal, pero ya en casa y en mi habitación, decidí leer un libro. Me volví a dormir. Abrí los ojos. Él estaba enfrente de mí observándome. Me senté de golpe y desapareció. Me levanté mirando alrededor y pensé que había sido una alucinación. Volteé hacia atrás, unos ojos rojos me miraban desde abajo de mi cama y unas manos feas, grises, con uñas largas, monstruosas llegaron a mis pies, no logré escapar…
Desde hace cuatro años mis padres me han buscado, no saben que ya estoy muerto.