Preparatoria 11, 2014 B
En el silencio de mi alcoba, rodeado por la oscuridad de la noche, me acerco a ti para darle fin a la ausencia de tu aroma. Apenas te toco, tu llama se enciende y puedo ver cómo te consume el deseo y, a mí, junto a ti. Te levantas en silencio e inundas mis sentidos. Sin música bailas ante mí, como odalisca y envuelta en tus velos me seduces con tu suave danza con la que envuelves por completo. Llenas toda la habitación y caigo rendido, hipnotizado, mientras tu aroma se impregna en mi piel.
Te dejo fluir por cada rincón de mi conciencia; te veo, pero me resultas intangible, tan suave que al tratar de alcanzarte te dispersas y desvaneces frente a mí para definirte de nuevo desde tu rincón. Rabio ante la impotencia de no poner tenerte a mi voluntad, desvarío cuando sólo me haces desearte, desapareces cuando tu llama se apaga y quedo solo ante tu muerte que de a poco te saca de mí…
Cuando te extraño, vuelvo a encender otra vara de incienso.