CUCSH, 2014 B
Hola, qué tal, espero y tengas buen día pues tomaré un poco de tu tiempo para contarte un poco de mí. Soy una persona como cualquier otra a la vista de todos, pero mis matices son diferentes a los demás. Te contaré que me llaman de muchas maneras, en cada lugar soy exactamente el mismo, pero cada gente me ve de un color diferente. Soy un varón, uno muy joven, pero a mi corta edad he alcanzado formas que muchos no logran hasta su madurez. A algunos no les gustan mis formas o mis colores, hay otros que se ven fascinados por esas combinaciones únicas… ¡Espera, espera, espera un momento! ¿No te he contado cómo me llaman verdad? Pues permíteme presentarme; dicen que soy un camaleón y ese es el nombre que me atribuiré para ti, pues es algo que se asemeja mucho a lo que soy. No tengo ojos bizcos, pero si una visión amplia y panorámica; me encuentro en cuanta situación se presente sin ser notado; mis gustos, como los de muchos, son meras cuestiones efímeras, que si la música, que si el arte, que si esto, que si lo otro, sí, sí, sí, pura cosa de lo común, pero hay una en especial que va más allá de todas ellas, una a la cual le atribuyo el sentido de arte, con la cual me denominaría un artista aunque soy muy joven en ese arte, un escultor, un pequeño pintor abstracto: ¡el camaleón de ese arte! Y me refiero a eso que muchos deseamos y pocos tenemos, eso de lo que hablo es el sexo. Sexo, sexo, sexo, de eso se trata la vida ¿no?
La relación del sexo con nosotros, con nuestra anatomía, nuestra naturaleza, incluso nuestra propia existencia, pero ¡uf! hablar de eso sería de lo más extenso y deleitante para mí, así que lo dejaremos para alguna otra ocasión. Sólo pudiera decir por el momento que el conjunto de sexo, pasión y deseo son ahora parte de mi esencia, como al igual que mis colores, mis formas, mi visión, y que a su vez estos son parte de lo que yo llamo Arte. Mas es un Arte muy confuso e inquietante, pues bien “dicen que los artistas no se deben enamorar” y a eso puedo decir que he tenido la dicha de enamorarme de tan bella criatura, pues ella es quien ha resaltado mis colores, por quien he descubierto nuevas combinaciones, nuevas formas, una criatura que muy en su interior tiene la magia de alterar el orden, tal es su fuerza y vitalidad que bien diría yo que esa afirmación "dicen que los artistas no se deben enamorar" no tiene nada de cierto. Hoy puedo asegurarte lector que esa bella criatura me hace decir que estoy por perder mis colores.