Preparatoria 12, 2014 B
Yace con la cara estática, los nervios se tornan rígidos. El color de su mirar se torna nebuloso. Por la nuca le nace una onda expansiva de karma rojizo y le envuelve la cara, le baña el cuerpo. No se mueve. No respira. No nada. Afuera el universo se mece con la tranquilidad que envuelve a la indiferencia. Una mariposa agita las alas, tratando de quitarse el cielo de encima.
Adentro, la sonrisa de la mujer se mantiene reseca. Sin vida, casi hipócrita. El batir de alas de la mariposa se cubre de cansancio, el karma rojizo le contagia la pesadez. Se mueve lento. Más lento. Casi no se mueve. Quietud.
Reversa.
La mariposa absorbe rayos de luz y lucha por un equilibrio inverso que la hace nadar por el cielo en reversa. Los sonidos forman una onda y la onda vuelve al epicentro donde nació.
Adentro, las partículas de vida se arrastran dentro de la herida y la vida regresa. Un latido, luego tres, luego un compás fijo. La sonrisa de la mujer recupera gracia, los nervios se trastocan en movimientos que parecen contracciones mientras el cabello lucha por volver a ponerse de pie. El cabello jala el cuerpo y el cuerpo se alza con una mirada que recupera fibras de color en los ojos. La niebla vuelve dentro a la pupila. El cuerpo se alza de nuevo. La sangre deja de fluir, la herida se cierra.
Quietud.
—Dale otro golpe, por las dudas —dice Juan a sus espaldas, mirando a Emilio.