¿Miedo a escribirte? Sí, de noche.
¿Quién te lo contó?
Miedo a la Luna. También.
Plateada con amarillo,
en su infinito primer plano.
Miedo a lo que resalta la luz diurna.
Miedo como la miel. Así ando,
saboteada,
compro libros en los kioskos,
fumo mal y te hablo, exhausta
de esta Luna en mayúscula
y de mí en minúscula.
Así, ahorcada con mi piel, llamo
a tu naturaleza distinta, a tu verde real,
convoco tu corazón rodeado de bulevares
por donde transitan hombres a caballo
que se tocan la galera con una mano,
y con la otra entregan una flor.