Personajes:
· Yo solo
· Mujer sola de 43 años
· Hombre solo de 52 años
· Hombre rubio de 43años
· Jovencito
· Hombre gordo
· Muchacha
· Mujer de 70 años
· Joven morocho de 25 años
· Joven rubio de 25 años
· Hombre mayor, de unos 61 años
· Jovencita
· Señor de 70 años
· Esposo joven
· Esposa joven
· Seis niños de alrededor de 7 años
Diferentes habitaciones en un mismo hotel o pensión de mala muerte en la ciudad.
¿por qué quedarse en el desnudo, en lo genital: si lo obsceno es del orden
de la representación y no del sexo, debe explotar incluso el interior del cuerpo y de las vísceras — quién sabe qué profundo goce de descuartizamiento visual, de mucosas y de músculos lisos puede resultar?
Jean Baudrillard
7
Señor de 70 años atrás de la puerta
Guárdame, oh Dios, porque en
ti he confiado.
Sálvame.
Mi carne también reposará confiadamente:
Porque no dejarás mi alma.
A ti levantaré mi alma.
Muéstrame tus caminos.
Enséñame tus sendas.
Encamíname en tu verdad.
Te temo, porque nada le falta a quien te teme.
¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí?
¿Por qué te jactas de maldad?
Alma mía, apártate del mal y haz el bien;
busca la paz y síguela.
Oye, oh Dios, mi clamor;
Acude a librarme.
Apresúrate, oh Dios, a socorrerme.
No te detengas.
¡No te detengas!
Abre la puerta y aparece una niña.
Niña: Me llama cuando estoy jugando, en lo mejor del juego. Hora de la iglesia, me dice. Hago un gesto de fastidio pero no le importa, a bañarse; luego me pone colonia y me viste para la iglesia. Caminamos hasta la plaza, a la iglesia. Entramos, me aburro, te alabamos señor, la próxima semana tomo la comunión. Quiero ir a jugar. Adiós.
8
El jovencito le está haciendo sexo oral al hombre rubio de 43 cuando suena un teléfono celular. El hombre rubio de 43 intenta alcanzar una chaqueta que está en el piso. El jovencito deja de chupársela, pero el hombre rubio le agarra la cabeza y le hace continuar lo que estaba haciendo. El hombre rubio de 43 atiende el celular mientras el jovencito se la chupa.
Hombre de 43: Hola.
Ah…
Sí.
No es un buen momento.
Sí, entiendo que sea una emergencia.
No, está bien, para eso decidimos que tuviera un celular.
Para ubicarme en caso de emergencia.
Te escucho.
Sí, decime.
Te digo que me digas.
Sí.
Yo compro las milanesas.
Y la verdura.
Sí.
Te tengo que colgar.
Bueno, estoy en una reunión.
Te amo.
Sí, yo también.
Un beso.
9
Dos jóvenes de traje y lentes oscuros en una de las habitaciones. Tienen alrededor de 25 años. Uno es rubio y el otro morocho.
El joven morocho: Yo no quería, realmente no quería, pero la mina insistía con hacerlo. No es que a mí no me guste, y se lo dije, me gusta, pero esa noche no tenía ganas, no quiero, le dije, pero ella estaba desesperada. «Rompeme el orto, por favor», te juro que me decía así, «rompeme el orto, papito», y bueno, ta, qué voy a hacer, le rompí el orto.
El joven rubio: ¿Le rompiste el orto?
El joven morocho: Sí.
El joven rubio: ¿A una menor?
El joven morocho: Bueno, no sabía que era una menor, supongo yo que era una menor, no vi la cédula.
El joven rubio: Pero te la cogiste en el baño de su liceo, ¿cómo no va a ser menor?
El joven morocho: Y yo qué sé, puede ser una repetidora, no tenía pinta de muy menor. Unas tetas perfectas, y el culo, ah… ese culo, te lo digo con propiedad porque lo probé.
El joven rubio: Sos un anormal.
El joven morocho: ¿Anormal? ¿Por qué anormal? ¿Vos no lo harías?
El joven rubio: A una menor, no.
El joven morocho: A ésta sí, si la vieras.
El joven rubio: No me caliento con una menor.
El joven morocho: ¿Me vas a decir que no te calentó lo que te conté?
El joven rubio: ¿Qué?
El joven morocho: Pensá en ella y yo, los dos, en un baño de su liceo, yo bajándole la bombachita, chupándole las tetas, poniéndole saliva en el culito y cogiéndomela salvajemente mientras ella se muerde la ropa para no gritar de placer…
10
Una jovencita entra a la habitación. Detrás de ella entra un hombre mayor, de unos 61 años, de traje. La jovencita se tira sobre la cama y se ríe, luego se para sobre la cama y salta en ella. Mientras, él se pone cómodo, deja a un lado un bolso grande que trae, se saca el saco y afloja la corbata.
El hombre mayor: ¿Estás contenta?
Jovencita: Sí, me gustan estos lugares.
El hombre mayor: ¿Qué lugares?
Jovencita: Estos, estos cuartuchos así, estas camas, saber que sobre ellas lo han hecho cientos de parejas antes de nosotros; si esta cama hablara…
El hombre mayor: ¿Nosotros vamos a coger?
Jovencita: Ah… no sé, sí. ¿Para qué me trajiste? Mirá que yo no hago cosas raras ¿eh? ¡Vamos a coger, me pagás y me voy a la mierda!
El hombre mayor: Bueno, no pensaba ir tan directo.
Jovencita: ¿Qué? ¿Sos puto vos?
El hombre mayor se ríe.
El hombre mayor: No, no soy puto, acá la única puta sos vos.
Hay un silencio, ella no entiende qué quiso decir hasta que finalmente se ríe, se ríen los dos.
11
La mujer sola estaba sentada frente a la televisión haciendo zapping; se ha quedado dormida.
12
Yo solo: Soñé que vivía solo en una casa.
Y en mi sueño estaba muy triste.
Anhelaba compañía.
En mi sueño yo soñaba con compañía.
Pero me despertaba del sueño en el mismo sueño.
Y estaba solo.
Y estaba tan triste.
Porque no había nadie.
Y yo sabía.
Aunque fuera un sueño.
Yo sabía que nunca iba a haber nadie.
Pero de repente me desperté.
Y estaba en mi casa.
Y estaba solo.
Y nunca iba a venir nadie.
Y no estoy triste.
Para nada.
13
El hombre rubio de 43 está semidesnudo en la cama, fumando, mirando hacia el techo, mientras el jovencito se masturba a su lado. Se masturba un rato hasta que se detiene.
El jovencito: ¿Seguro que no querés hacerlo vos? ¿No querés ayudarme?
El hombre de 43: Me llamó mi mujer, no sé si se dio cuenta o no. No puedo atender tus pajerías, tengo que pensar.
El jovencito: ¿Qué pasó? Puedo ayudarte.
El hombre de 43: Ayer fuimos al teatro con mi mujer, fuimos a ver una obra clásica, lo hacía una compañía clásica, nos gusta ese tipo de teatro, nos gusta ir a teatros lindos, grandes, no esos sótanos asquerosos con asientos horribles. Nos gusta regalarnos un buen momento de teatro, ¿entendés? Fuimos a ver esta pieza de Shakespeare, no me acuerdo ahora el nombre, me dormí. ¿Cómo se llamaba? Bueno, el asunto es que una muchachita, una prostituta en la obra, le chupaba la pija a uno de los personajes, es un momento muy importante, porque ella está tratando de engañarlo y para eso le chupa la pija, ¿entendés? Bueno, el asunto es que cuando ella empieza a chuparle la pija en escena, había una manga de nabos en la platea que empieza a reírse y a hacer comentarios, y yo que estoy dominado por la fascinación de la escena, por ese sometimiento, me distraigo por esta manga de subnormales que no pueden contener sus ganas de comentar cuando la actriz le chupa la pija al actor. Pero qué les pasa, idiotas, ¿nunca vieron una chupada de pija? ¡Imbéciles! Es arte, un poco de respeto, es Shakespeare, no es un autor de teatros alternativos, es Shakespeare, es un gran teatro, es una gran obra, ¡mierda! Ahí se callaron un poco, después no sé qué pasó porque me dormí.
El jovencito: ¿Puedo ayudarte?
El hombre de 43: Sí, ¡callate! ¡No me jodas! Pajeate, dale. Pajeate y terminá, si no, me vas a seguir molestando toda la noche.
El jovencito sigue masturbándose.
14
El hombre gordo está sentado a la mesa, solo, en silencio. Al cabo de unos segundos entra la mujer de 70 y la muchacha, se sientan a la mesa y se quedan unos segundos en silencio.
Mujer de 70 (a la muchacha): ¿No tenés nada que decir?
La muchacha mira a la mujer de 70, se queda unos segundos callada y finalmente mira al hombre gordo.
Muchacha: Perdón.
El hombre gordo sonríe satisfecho.
Hombre gordo: Te perdono.
La mujer sonríe apenas contenta. La muchacha la mira.
Muchacha: ¿Puedo ir a mi cuarto?
Hombre gordo: Todavía no terminamos de comer.
Muchacha: Hablo con mi madre.
Hombre gordo: Comé y después te levantás.
Muchacha: Pero no tengo hambre.
Hombre gordo: Comé igual, la comida no se tira.
Muchacha: Pero no tengo hambre.
Hombre gordo: No quiero volver a discutir, comés y te vas; si no comés te quedás ahí. No tenés siete años, yo no te voy a obligar, si sabés lo que te conviene vas a hacer lo correcto.
El hombre gordo empieza a comer su comida, mientras la muchacha llora.
15
El hombre solo, de 52 años, al teléfono.
Hola.
Hola, ¿mamá?
¡Mamá!
¡Mamá! Hola.
¿Me escuchás?
Te hablo yo…
Yo…
Tu hijo…
¿Me escuchás?
Sí, gracias, sí.
Te escucho mal, mamá.
Estoy acá.
Trabajé, sí.
Todo el día.
Sí, gracias, escuché el feliz cumple.
Cincuenta y dos, sí, cómo te acordás.
Los extraño a todos, mamá.
Que los extraño a todos.
¡Que los extraño!
No, no engaño a nadie.
¡Extraño!
¡Extraño!
Sí.
Sí.
No, estoy bien, estoy bien.
Acá. Voy a tomar algo con amigos.
Sí, tengo pila de amigos.
¿Regalos?
Montones.
Sí.
Jejeje.
¿Eh?
Ah, no escuchás a nadie porque tuve que encerrarme en una habitación
porque si no no te oía nada.
Sí.
La estoy pasando bomba, mamá.
¿Eh?
No, no están tirando bombas.
Que la estoy pasando bomba.
¡Que no hay bombas!
Que estoy bien.
¿Hola?
¿Hola?
[…]
Mierda.
16
Señor de 70 años atrás de la puerta: A mi edad ya se está llegando al final y uno piensa en ese final y piensa en todo lo que no vivió. Esto pasa a mi edad, ya se ha hecho mucho, se ha amado y odiado, he ido de viaje, he conocido lugares extraños y maravillosos, he cenado con amigos y almorzado con familiares. He ido a ver las películas que me recomendaron y he visto teatro aunque no me gusta. Me compré música clásica y tampoco me gusta y dejé de leer revistas pornográficas un poco tarde. Y traté varias veces de enamorarme y casarme y tener hijos. Y traté muchas veces de dejar mi parte oscura a un lado. Traté de cambiar. Traté de ser mejor. Y lo fui, aunque no hice todo lo que quise. Tuve un respetable éxito en esta empresa de vivir mi vida. Pero todavía hay cosas que no quiero ni quise ser y que nunca pude cambiar, hay cosas que todavía, a esta edad, odio de mí.
Abre la puerta y aparece una niña.
Niña: Cuando yo sea grande quiero ser mamá, voy a ser doctora. Yo quiero ser cantante de música instrumental, voy a ser actriz, quiero ser famosa. Cuando sea grande quiero estudiar ingeniería, modelaje, medicina, quiero ser ama de casa, quiero tener una casa. Cuando sea grande quiero casarme y tener hijos, no quiero hijos, quiero tener una casa con piscina. Yo quiero ser rica, quiero mantener a mis hijos, quiero adoptar. Yo quiero casarme por la Iglesia, quiero vivir con mi novio y quiero viajar. Cuando sea grande quiero ser feliz.
17
La mujer sola, dormida, ronca frente a la televisión, que pasa una película de terror en la que están destripando —literalmente destripando— a una pareja de enamorados en un bosque.
18
La jovencita y el hombre mayor están sentados al borde de la cama.
Jovencita: ¿Querés que te la chupe?
El hombre mayor: ¿Podés esperar? Yo pago, yo pongo los tiempos.
Jovencita: Está bien.
El hombre: Vení.
Le agarra de la mano y la hace levantar dulcemente, ella se levanta y se pone en frente de él.
Jovencita : ¿Querés desnudarme, papi?
El hombre mayor: Quiero que te calles y que no digas nada a no ser que te haga una pregunta.
Silencio. Él la mira, le acaricia la cara y el pelo. La abraza y sin soltarla le habla.
El hombre mayor: Siento tu corazón, tenés un corazón y ¿sabés por qué tenés un corazón? Porque lo escucho, lo siento latir, entonces tenés corazón, y me pregunto ¿qué más tenés ahí adentro? Siento tu estómago, ¿hay una tormenta ahí adentro? Si pongo mi oído aquí siento que adentro tuyo está pasando una guerra. ¿Vos escuchás algo?
Jovencita: No.
El hombre mayor: Pero hay una guerra ahí adentro, algo está pasando, siento todo tipo de ruidos, algo pasa aquí y adentro mío también, si pones tu cara sobre mi estómago vas a escuchar mis guerras. Pero, sin embargo, así, a simple oído no lo oímos, y esto es sólo lo que oímos, si pongo mi mano en tu pecho, por ejemplo, puedo sentir cómo tu piel es diferente, y esto sólo con mi tacto, las cosas que esconde el cuerpo, el mundo que oculta… ¿Qué edad tenés?
Jovencita: Dieciocho.
Silencio.
El hombre mayor: ¿Qué edad tenés?
Jovencita: Dieciocho.
El hombre mayor: Voy a volver a preguntártelo y quiero la verdad, si no esto no va a funcionar… ¿Qué edad tenés?
Silencio.
Jovencita: Dieciséis.
El hombre mayor: Muy bien, mejor así, sos más linda con dieciséis.
Él le agarra la cara con las dos manos y le da un piquito bien dulce.
19
El joven morocho y el joven rubio. Ambos acostados en camas separadas.
El joven morocho: ¿Tenés las llaves del auto?
El joven rubio: Las tenés vos.
El joven morocho: Tengo ganas de mear.
El joven rubio: ¿Y qué? ¿Vas a mear adentro del auto?
El joven morocho: Jaja, no. Voy a mear afuera, sólo quería saber quién tiene las llaves.
El joven rubio: Yo.
El joven morocho: El hijo de puta se pide una habitación con todos los chiches para él, y a nosotros nos tira en esta mierda que ni baño tiene.
El joven rubio: No te quejes.
El joven morocho: Debería valorar más lo que hacemos por él; si abriéramos la boca, flor de lío que se le arma.
El joven rubio: Si abrís la boca sos un fiambre en dos segundos.
El joven morocho: Yo no dije que fuera a hablar, dije que si lo hiciera, a este tipo lo hundimos.
El joven rubio: Lo mejor es callarse, acatar y hacer como si nada pasara.
El joven morocho: ¿No viste la pendeja que levantó esta vez? No tiene dieciocho ésa, con suerte tiene quince; le gustan las pendejas al viejo de mierda. Después dice cualquiera por ahí, pero en la cama le gusta cogerse conchitas peladitas.
El joven rubio: Ah, conchitas peladitas, qué fea imagen.
El joven morocho: Un baño de mierda, ¿qué le cuesta? No pido que nos lleve a uno con jacuzzi como si fuéramos su putita de turno, pero un baño, estoy pidiendo, mientras él se divierte. Pero no, ni eso, tengo que salir afuera a mear en un árbol, como si fuera un perro.
El joven rubio: De cierta forma somos sus perritos, sus perritos guardianes.
El joven morocho: Vos serás su perro, su perrita, jejeje.
Silencio.
El joven morocho: Voy a mear.
El joven morocho sale de la habitación.
20
Matrimonio joven. Mesa de comedor, cama de dos plazas, sillón, televisor, radio, heladerita; todo apilado en la misma habitación. Él está sentado a la mesa, lee el periódico, la tele está encendida con el volumen bajo, la radio está encendida, se escucha música. Ella está preparando la cena, le habla a él.
Esposa joven: Al final de todo, es mejor que las cosas se den así, que no las… ¿cómo decirlo? Que no lo forcemos, ¿entendés? Quiero decir: que me parece bien que esto se haya dado sin que lo busquemos, este espacio, que lo necesitábamos, bueno, por lo menos yo lo necesitaba. Un momento para respirar, para mirarnos, pasar tiempo juntos, en definitiva, para estar juntos sin hacer nada. Pero no me hubiese gustado forzarlo, me gusta que se haya dado de una forma natural; compartir una cena, un espacio en el que yo cocino, vos leés, escuchamos música, hablamos, ¿no? Así da gusto cocinar, cocinarte lo que te gusta, que con el tiempo a mí me gusta también, con el tiempo aprender a entendernos, a comprender que los tiempos de cada uno son diferentes, y las necesidades, ¡eso!, las necesidades de cada uno difieren, pero lo importante es que las conozcamos y las comprendamos, ¿no? Comprender al otro, ayudarlo a vivir, ¿no?
Pausa. Él no contesta.
Esposa joven: ¿No? ¿No?… ¿No? ¿No? ¡¿No?!
21
El hombre rubio de 43 y el jovencito están semidesnudos en la cama, mirando hacia el techo.
Jovencito: ¿Me amás?
El hombre de 43: No.
Jovencito: ¿Por qué?
El hombre de 43: Porque no.
Jovencito: Te amo.
El hombre de 43: Bueno.
Jovencito: Entonces ¿vos me amás?
El hombre de 43: No.
Jovencito: Te amo mucho.
Silencio.
Jovencito: Te amo mucho.
El hombre de 43: Sí, te escuché.
Jovencito: ¿No me decís nada?
El hombre de 43: Gracias.
Silencio.
Jovencito: Realmente no sé qué hacemos acá.
El hombre de 43: Sí, me tendría que ir.
Jovencito: Si no me amás…
El hombre de 43: Cogimos.
Jovencito: No. ¡Hicimos el amor!
El hombre de 43: Uy, me tengo que ir.
Jovencito: Te amo.
El hombre de 43: Gracias.
Jovencito: Te amo mucho.
El hombre de 43: No me puedo quedar.
Jovencito: Te necesito.
El hombre de 43: Mejor me voy ahora.
Jovencito: Vámonos, entonces.
El hombre de 43: Sí, vamos.
Ninguno de los dos se mueve.