Inmensidad / Elías Zamorez

Preparatoria Regional Lagos de Moreno / 2013 B

El invierno es frío, eso es lo que dice la mayoría de las personas; sin embargo, a mí no me parece frío, al contrario, me ayuda a acomodar muchos de mis pensamientos, sueños e inclusive muchas cosas de mi vida cotidiana.
     El frío de finales de año me hace recordar un sinfín de cosas que he vivido y que jamás había imaginado vivir, quizá por limitarme anteriormente, por no permitirme ser como realmente quería ser. Por eso ahora escribo estas líneas, para en un futuro encontrarlas cuando esté organizando los papeles de una oficina o de una gran empresa, para recordar la manera en que era en este preciso momento.
     ¿Alguna vez cuando has limpiado tu cuarto te has topado con recuerdos gratos y no tan gratos, cosas simples? Me refiero a notas en los cuadernos, viejos papeles llenos de conversaciones que tenías con amigos que ahora apenas puedes ver una vez cada medio año, todas aquellas listas que hiciste con cosas que querías cumplir y que dejaste a medias, todo aquello que alguna vez te hizo soñar.
     Podría decirse que es como si tomara un tren directo al pasado, al pasado como un todo, lleno de experiencias, de aprendizajes, de esas veces que me guié más por la razón que por sentimientos, o viceversa.
Pienso que todos al menos una vez en la vida sienten volver al pasado cuando encuentran estos restos, pero yo, si lo medito bien, siento que el pasado es el que me alcanzó a mí. Por eso aprecio cuando me sumerge en él y me permite ver todo lo que necesito ver, esos momentos que marcaron a la persona que soy ahora.
     El frío me hace reflexionar acerca de cómo sería mi vida si hubiera tomado otros caminos, si hubiera cometido más pecados o si pudiera suprimir algunos, en fin, creo que no es el momento de arrepentirme de algo si es que realmente me hizo sentir bien, si en algún momento me hizo sentir como si fuera lo correcto. Dime si realmente puedes ver en lo que me he convertido, si aún existe esa pequeña chispa de vida que destellaban mis ojos cansados.
     Sólo sé que ya no soy la misma de antes, o al menos no me siento como tal, no podría decir que me siento satisfecha del todo, es porque aún no me he descubierto completamente, me faltan más ojeras, más callos en mi mano derecha, más historias por contar, mucho más por vivir. Extrañamente, no siento miedo de lo que venga, ¿quién dijo que no se puede enfrentar la inmensidad?…

 

 

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