Ángeles que danzan sin cesar
marionetas muertas
pinceladas de paz
bosquejos de luz
cantos del mar.
Déjala morir,
en manos de Beethoven
déjala morir
que más allá no habrá un mundo mejor
déjala morir
para que puedas vivir tú.
Respira para ser libre
para poder huir de nuevo
descansa con el aire en el rostro
con los ojos cerrados
con los brazos abiertos.
Quédate en silencio
para calmar las voces
que gritan sin piedad
las voces que ensordecen
y hacen llorar.
Vive una vez más
para no olvidar la constante partida
de una agonía inverosímil
que existe a causa del dolor,
aquel dolor placentero
como un furtivo esclavo y señor.
(4 de marzo de 2011)