Preparatoria 14 / 2013A
A veces, sentado en el escritorio frente al incienso, me pregunto dónde comienza el humo y dónde comienzo yo. La varita verde se vuelve incandescente y se eleva en forma de humo, olor a citronela. Forma un hilo gris liviano que se ondula con la presencia de mi respiración, toma forma de nubes y baila con movimientos de agua de río; observo en lo alto las figuras que se difuminan en el aire, donde los círculos forman fieras. Pronto las cenizas se encorvan en un residuo postrado de la vara, que con el roce de los dedos cae sobre la madera, dejando al desnudo el rojo vivo de la trasmutación del humo.
Abandono mi mano sobre el humo, con los dedos abiertos, la sensación abrasiva de mi carne y de mi piel, aquel hilo gris escurriendo hacia el aire entre mis dedos, en livianas formas grises la sangre, la carne, el hueso, todo en el inmenso aire, compartiendo las ondas en un soplo evanescente de masa invisible.