Guadalajara en escena: bonanza local y lecciones desde Barcelona

Belinda Lorenzana

Ciudad de México, 1977. Su publicación más reciente es «Crítica en Guadalajara, una cuenta pendiente» (Teatreca, 2025).

Pensar el teatro en Guadalajara de hace diez años o más es una forma de reconocer con una presunción risueña lo que hoy sí tenemos. ¿Se acuerdan de cuando no existía el Conjunto Santander de Artes Escénicas, ese faro en el panorama teatral de México y Latinoamérica? ¿De los espacios independientes que no superaron la barrera de los tres años? ¿De la ciudad antes del Teatro María Teresa? Just between us, I remember it all too well.

Además de los espacios del estado y de la Universidad de Guadalajara, la Muestra Estatal de Teatro se vive ahora con una conciencia que al menos yo no percibía hace quince o veinte años. Y las compañías se han consolidado. Las agrupaciones con trayectoria, como Teatro Nómada o A la Deriva Teatro, comparten las tablas con propuestas jóvenes que han logrado sostenerse y despliegan sobre el escenario poéticas aptas para el descubrimiento: Colectivo Pies Hinchados, La Nada Teatro y Peccuta Minata son algunos de mis ejemplos recurrentes.

En este ecosistema, los Premios del Público de la Universidad de Guadalajara, desde hace seis años, tejen un lazo entre la oferta de Artes Escénicas UDG y la audiencia, componente sine qua non del hecho escénico. Importa poco que en la premiación se considere sólo una parte de la producción tapatía, o que el procedimiento para elegir ternas y ganadores sea poco claro, pues el ejercicio se traduce en una celebración del teatro y de los espectadores.

Por si lo anterior no bastara, el encierro a causa de la pandemia le dejó a la ciudad un regalo: una cartelera unificada (@Teatreca_ en Instagram). Hoy contamos con un sitio para consultar los montajes disponibles cada semana, una gentileza que nos hizo falta durante largos años. Conocer la oferta, decidir sin pesquisas de por medio, se siente como un lujo que termina de afinarse con la presencia de restaurantes y bares cerca de los teatros, porque las mejores funciones merecen cenas con vino y largas sobremesas.

En resumen, la escena en la ciudad nunca antes estuvo tan viva. Pero el público sigue siendo acotado y, sobre todo, escaso. Prevalece la sensación de que el teatro se hace para los teatreros: los espectadores frecuentes nos reconocemos sin conocernos a fuerza de coincidir en los foros. Entre las prioridades de la agenda teatral tapatía, la construcción de un público más amplio, diverso, se antoja impostergable. La crítica, labor de reputación a menudo controvertida, flota en el océano teatral como una tabla de salvación. Para Jorge Dubatti, pensador y crítico argentino, funciona como un medidor del paisaje escénico en un determinado territorio: una ciudad con una crítica formada y diligente puede presumir de una escena viva. ¿Cuál sería el resultado si midiéramos el horizonte escénico local a través de su praxis crítica?

Ahora que Barcelona vista tierras tapatías, sería oportuno mirar hacia el modelo catalán: el Máster Universitario en Estudios Teatrales de la Universidad de Barcelona y el Institut del Teatre, o el Teatre Nacional de Catalunya, por ejemplo, profesionalizan la crítica y favorecen intercambios permanentes entre los artistas y la audiencia. No estoy segura de que Guadalajara goce de las condiciones para ese sistema, pero familiarizarse con él podría representar un primer paso. A propósito de la FIL, las personas de teatro soñamos con un intercambio entre los creadores locales y las grandes casas catalanas.

Después de todo, el vínculo ya está sembrado: los textos de José Sanchis Sinisterra (valenciano con fuerte presencia en Barcelona), de Jordi Galceran o de Guillem Clua i Sarrò, han resonado con buena recepción en nuestra ciudad. Este año, por obra de la FIL podemos ver Sonoma de la compañía catalana de danza contemporánea La Veronal. Vienen también Jo, travesti de Josep Maria Miró y la lectura dramatizada de La plaça del Diamant de Mercè Rodoreda, dirigida por Carlota Subirós. ¿Qué haremos para fortalecer ese puente que comenzó a construirse durante esta década de bonanza teatral en Guadalajara y que enciende sus luces durante la FIL?

Aprovechar la visita de Barcelona, fomentar traducciones, lecturas de teatro en la FIL y otros foros, es un atajo para revelarle a la crítica tapatía nuevos referentes. La palabra escrita (ensayo, crítica, dramaturgia) promete expandirse en un diálogo transoceánico, más allá de las tablas. Por lo pronto, Barcelona se muestra como una ventana hacia la crítica, el diálogo y la difusión del teatro. Tal vez un día yo misma pregunte: ¿se acuerdan de cuando la crítica de teatro en Guadalajara era casi inexistente?

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