Entrevista a Julieta Marón, compositora jalisciense

Verónica Grossi

Guadalajara, Jalisco, 1963. Autora de Sigilosos v(u)elos  epistemológicos en Sor Juana Inés de la Cruz (Editorial  Iberoamericana / Vervuert, 2007).

El 6 y 9 de marzo de 2025, la Filarmónica de Jalisco, encabezada por la directora huésped Inés Rodríguez, presentó en el Teatro Degollado en Guadalajara la premier de la composición musical Maíz, de Julieta Marón.  En el programa se incluyeron además piezas de Emilie Mayer (Obertura Fausto), Manuel M. Ponce (Ferial) y Richard Wagner (Rienzi, Obertura Fausto y Obertura Tänhauser)

Verónica Grossi: Antes de dialogar sobre la composición que el público tuvo la fortuna de escuchar durante dos conciertos esta primavera, y que lució en un programa de carácter transatlántico con obras de grandes compositores de los siglos XIX y XX, dos alemanes y dos mexicanos, incluyéndote a ti, quisiera empezar por pedirte que nos hables de tu trayectoria musical. 

Julieta Marón: Desde que nací, estuve ligada a la música, ya que mi padre era melómano, y su mejor amigo era el maestro Arturo Xavier González, conocido como El Güero, un ícono en la historia musical de Jalisco, quien tenía una orquesta, era director de la Banda Municipal del Estado y tenía oído absoluto. Fue él quien me dio mi primera lección de solfeo, y me dijo que nunca dejara la música pasara lo que pasara. 

Desde los tres años canto y hago canciones de manera libre. A los once hice mi primera canción con la guitarra y más tarde, a los catorce, ya de manera más formal, ingresé a la Escuela de Música de la Universidad de Guadalajara y estudié la carrera hasta titularme. Mi instrumento fue la guitarra clásica, y dado que al llegar a profesional eliminaron la carrera de composición, me vi en la necesidad de hacer estudios particulares de composición con los maestros Víctor Manuel Medeles y Domingo Lobato.

En este país y creo en el mundo, es muy difícil vivir de la música, tal vez como ejecutante o docente, pero de la composición, casi imposible.  Hay que hacer otras cosas, así que decidí estudiar como complemento Ciencias de la Comunicación por una inquietud de ser cineasta. Antes de terminar la carrera, ya que pedían un mínimo de edad en ese entonces para ingresar al Centro de Capacitación Cinematográfica en la Ciudad de México, decidí entrar a Teatro, y entre otros grupos, a la Compañía de Teatro de la UdeG, donde me encontré con Víctor Méndez, que había sido mi compañero en la Escuela de Música y trabajaba en Radio UdeG como Jefe de Fonoteca. Me pidió lo supliera unos meses y acepté de manera temporal mientras aplicaba para el CCC. Él me presentó al ingeniero Alfredo Chavarría, quien me aceptó, y al terminar la suplencia, me invitó a continuar ya como productora y conductora de radio, ya que le parecieron complementarias mis dos carreras para radio: Música y Comunicación. 

A mí por supuesto que me encantó la idea. Mi primer programa fue Espacio abierto, primera revista cultural en Radio UdeG, en la que también programaba música y me tocó cubrir la Primera Muestra de Cine Mexicano (hoy FICG), y me tocó entrevistar a Guillermo del Toro, que estrenaba su cortometraje Doña Lupe, y hasta la primera FIL. Después vinieron mi doctorado, la dirección de Radio UdeG, de la Red, etc. Entre una carrera y la otra, tengo tres discos como cantautora y otro de música de cámara, y el Cuarteto latinoamericano grabó mi cuarteto Destellos en un acoplado de músicos jaliscienses.  Se puede apreciar en mi sitio www.julietamaron.com.

VG: ¿Cómo llegaste a concebir Maíz? Los cromatismos musicales que llevan a cabo en cada uno de los movimientos, las percusiones en diálogo con las cuerdas y los vientos impresionan el oído al crear una serie de atmósferas inusitadas, irisadas de gran sonoridad, que llamaría poéticas, por su novedad, su carácter experimental.

JM: La composición de Maíz es el resultado de mi tercer apoyo del ahora PECDA [Programa de Fomento a la Creación Artística], que hasta la fecha da el estado a los creadores artísticos.

Ya había hecho en los anteriores apoyos una obra de cámara, versión libre del poema Muerte sin fin de José Gorostiza para cuarteto y voz, y posteriormente una cantata para coro y percusiones llamada Santuario. Entonces, para una tercera postulación, tenía que hacer algo más interesante. Mientras pensaba qué hacer, estaba sentada en el recibidor de mi casa y había un cuadro wixárica muy grande, colgado en la pared desde siempre. Era una fiesta al maíz. Lo miré y de inmediato supe que ese era el nombre: Maíz. Qué mejor que este tema. Con esta base, comencé a realizar el proyecto pensando en hacer algo orquestal, incluir instrumentos prehispánicos y evocar en el fondo un profundo recorrido sonoro a través del ciclo de la vida, la tradición y la espiritualidad en torno a este alimento esencial en nuestra cultura.

Estructuré entonces tres movimientos pensando en el proceso: siembra, germinación y cosecha. 

«Siembra» podría reflejar el inicio, y la esperanza del crecimiento de quienes lo cultivan.

«Germinación» podría representar una progresión y conexión con lo sagrado.

«Cosecha» sería la culminación vibrante y festiva, que celebre la abundancia, la gratitud y la continuidad del ciclo de la vida.

Y por último, dado que musicalmente soy partidaria cien por ciento de la melodía, cada movimiento tiene la suya propia, como una metáfora sonora del significado del nombre de cada uno de los movimientos. 

VG: El título nos remonta a un grano que se asocia a nuestra identidad mexicana. El tema local o nacional ha sido a través de la historia musical occidental, punto de partida para composiciones innovadoras además de radicalismo experimental. Podemos pensar por ejemplo en Hayden, Liszt, Chopin, Grieg, Sibelius, Alfven, Bartók, Kodály, Dvoák, Mahler, Tchaikovsky, Prokofiev, Shostakovich, Stravinski, Mussorgsky, Britten, Granados, Albéniz, Falla, Copland, entre muchos más; la lista es infinita. Al igual que mexicanos como Silvestre Revueltas, Carlos Chávez, Arturo Márquez, incorporan formas de la vanguardia musical e incluso contribuyen a ellas como Julián Carrillo, pionero del microtonalismo. En tu pieza noto disonancias, ritmos sincopados, en particular el uso sobresaliente del ritmo para crear tanto melodía como armonía, lo que me recuerda la estética innovadora de Igor Stravinski. ¿Puedes hablar de tus influencias o de aquellos compositores o composiciones que hayan marcado tu propio programa creador?

JM: Si acaso tuviera influencias, no las tengo claras, ya que cuando compongo, procuro fluir internamente, sin pensar. Amo por supuesto a los grandes: Bach, Mozart y Beethoven, cronológicamente hablando, mismos que usaban melodías en cada una de sus obras. Pero no siento tener influencia de ellos. 

VG: Inés Rodríguez, directora residente en la Ciudad de México, pudo resaltar, serle fiel, a la riqueza y complejidad de tu composición. ¿Qué sabes de su trayectoria? ¿Qué te pareció su interpretación de tu obra?

JM: Inés Rodríguez, joven directora tamaulipeca, estudió en la Facultad de Música de la Universidad Autónoma de Tamaulipas y posteriormente en la Escuela de Música y Danza de la Academia de Bellas Artes en Praga. Ha estado al frente de varias agrupaciones orquestales, y actualmente es titular de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Su interpretación de mi obra me dejó bastante satisfecha, y fue muy agradable trabajar con ella, ya que se mostró bastante respetuosa y receptiva. 

VG:  Háblanos de tus futuros proyectos de composición.

JM: Estoy trabajando obras de cámara, entre ellas completar una serie de musicalizaciones de sonetos de Sor Juana Inés de la Cruz. Ya había hecho cuatro y quiero completarlos. Para mí, la música: siempre.

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