De repente, la arquitectura, los mapas y los extraños dibujos fueron un vínculo racional con este mundo, porque no hay manera de hacer arquitectura que no funcione. Era una metáfora de los sistemas, de los esfuerzos racionales para construir el mundo dentro del cual existimos, aunque ocurran tantas cosas de manera tan orgánica e irracional.
La arquitectura refleja las maquinaciones de la política, y por eso me interesa como metáfora de esas instituciones. No considero el lenguaje arquitectónico tan sólo como una metáfora del espacio. Se trata de espacio, pero de los espacios del poder, de las ideas del poder, de mimetizar esas ideas.
El coliseo, el anfiteatro y el estadio son espacios construidos perfectos, metafóricos, claramente pensados para acoger a numerosas personas de forma muy democrática, organizada y funcional. Sin embargo, es en estos mismos espacios donde puedes sentir el caos, la violencia y el desorden en el fondo. Se siente la multitud a la vez que se sienten las explosiones, como ir a ver fuegos artificiales.
De muchas maneras, todos éstos son diferentes elementos de quien soy yo. Así pienso en ellos
como pinturas de reivindicación. Me importan especialmente los edificios y la arquitectura en la cual la rigidez militar ha sido utilizada en la construcción para imponer unos principios sociales fascistas y puristas. Y a la vez, hay muchos personajes y marcas en el trabajo que luchan en contra de esta idea —algunos que son biomórficos, monstruosos, orgánicamente sobrecrecidos. Hay personajes y marcas en el trabajo que nunca se podrían organizar ni movilizar para luchar contra nada. Resisten el orden de forma inherente debido a su gesto.
Extractos de entrevistas que Julie Mehretu concedió a David Binkley y Kinsey Katchka, en 2003; a Lawrence Chua, en 2005, y a Agustín Pérez Rubio, en 2006; tomados del texto elaborado por el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (Musac) con motivo de la Exposición Black City (Ciudad Negra), septiembre de 2006-enero de 2007.
Imágenes: Cortesía de Julie Mehretu y de Marian Goodman Gallery, Nueva York / París
Aether (Venice)
[Aether (Venecia)], 2011 Tinta y acrílico sobre tela 455.9 x 395.4 x 5 cm
Invisible Line (collective) [Línea invisible (colectivo)], 2011Tinta y acrílico sobre tela347.3 x 758.8 x 5 cm
Fragment[Fragmento], 2009 303.5 x 415.8 cm
Atlantic Wall [Muro atlántico], 2009 Tinta y acrílico sobre tela 304.9 x 425.1 cm
Fragment[Fragmento], 2009, (detalle)
Empirical Construction: Istanbul [Construcción empírica: Estambul], 2004 (detalle)
Empirical Construction: Istanbul [Construcción empírica: Estambul], 2004 Tinta y acrílico sobre tela 304.8 x 457.2 cm
Stadia ii, 2004 Tinta y acrílico sobre tela 274.3 x 365.7 cm
Charioteer [Auriga],2007 Tinta y acrílico sobre lino 152.4 x 213.4 cm
DESPLEGADO
Hoy, la única manera de que las utopías tengan sentido es desde el punto de vista del pensamiento y de la lucha social. No creo que la idea de utopía tenga el mismo sentido que tenía hace ochenta años. Incluso dentro del deseo de cambio social, ni siquiera creo que exista ya una creencia en la utopía. No obstante, sigue siendo una fuerza vital para estructurar nuestros deseos en términos de gobierno, de cambio social, de corriente política. Está allí como un deseo subyacente, aunque entendemos que es imposible, o incluso que sería horrible. No es un deseo real, sino una especie de impulso.
Julie Mehretu
Imágenes: Cortesía de Julie Mehretu y de Marian Goodman Gallery, Nueva York / París
Black City (Ciudad negra), 2007 Tinta y acrilico sobre tela 304.8 x 487.7 cm
Mogamma (A Painting in Four Parts) Parts 1-4 [Mogamma (Pintura en cuatro partes) Partes 1-4], 2012 Tinta y acrílico sobre tela 457.2 x 365.7 cm (cada una)
Mogamma (A Painting in Four Parts) Parts 1-4 [Mogamma (Pintura en cuatro partes) Partes 1-4], 2012 (detalles)
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