Poemas

Daniela Martín Hidalgo

Lanzarote, Canarias, 1980. Su libro más reciente es La piel, la pulpa, el gusano, la semilla   (Pre-Textos, 2023).

FÁBULA

Me lo imagino así:

un pájaro caliente bellísimo,
pequeño y grande a la vez.

Camina a saltos en una trasera
con banderines.

Un gato le hace sombra
mientras lo espera.

(El gato, su músculo
dilatado y gris.)

A veces
comparten pan,
a veces queso.

Juntos miran a un mar
donde también hay cristales.

Es un armario el viento:
lo abren y lo cierran.

—Parece que hoy hace sol —dice el pájaro.
—Te dejaré mi paraguas —dice el gato.



AMARILLO

Una palabra dentro de la boca,
frotada contra la lengua llena de esporas.
Las cosas ya no remiten a esas cosas,

en mitad un vacío como si no
las oyeras bien del todo.

Y no lo entiendo: dibujo
la constelación de vuestras iniciales
en un mapa que da ganas de llorar;
luego me viene el dolor de cabeza.

Arriba la radio resuena
hasta las tres de la madrugada,
después comienza el correr de sillas.

¿Es eso a lo que te referías? Reglas
no escritas que vagamente
comprendes y que no llegan
nunca a nombrar. Dibujo
una cuerda trenzada
como nos enseñaron: tres trazos
y en la línea siguiente dos íes griegas,
una derecha, la otra al revés.

¿Por qué cambiaste de idea?
¿Es verdad que cambiaste de idea?

Había una sábana y acarreábamos la sábana
por la ciudad. Por turnos,
salíamos a cumplir con las tareas.
Caminábamos juntas bajo la sábana
y esa era nuestra forma de vida.

Pequeños núcleos de pensamiento
que no cristalizan en una idea,
lo que se consolida en el momento antes
de que se consolide.

No sé de dónde viene el olor
a perfume en la habitación:
sostener un hilo sin extremos.

Viene algunas tardes,
hablamos de sus asuntos.
Sentadas, pan y algo de queso.

Sólo la forma deliberada en los dientes
que en este tiempo no ha cambiado.

Una bola repartida entre los cuerpos,
existiendo sólo
mientras la sostengamos.
Otra: amarnos a la vez que caminamos.
En las rotondas iluminadas o alrededor
de los monumentos patrios.

Entre lo que está dentro y lo que está fuera,
el tacto es otra cosa:
todo potencia, todo por hacer.

Entras a la habitación del fondo
y me dices lo que ves.



UNA MEDIANA

Me llego hasta las cicatrices
del tronco al mandar
los mensajes.

Busco algo pequeño,
una marca
autocontenida, sin verdadera
utilidad, una intemperie.

El chat sugiere un terrario, cajas
de madera repletas de semillas

sólo que en este lugar
concreto el sol está en lo alto
aunque no queme, los ferris
se han detenido: ya nadie
sabe leer a los caballos.

El taxi es un alma solitaria
que atraviesa la carretera
a toda velocidad, se desvía
hacia el puente, luego
en dirección al aeropuerto.

La carretera es una brecha
de distancia y cuenta
su historia —en sus
términos—, el desierto

ruidoso que pone perdido
el mantel de papel con figuritas
de plástico para los turistas,
¿quién conduce?

La carretera limita, los dos lados
de la mediana donde se acumulan
residuos de arena y aulagas
(¿quién la limpia?).

Un río de viento y partículas,
caliente voraz el vertedero
y una cisterna abierta a la sombra
de los aerogeneradores.

Con sudaderas azules iguales
—cada uno su historia distinta—
los africanos juegan a la pelota
entre el perfume rancio
de la depuradora de aguas.

La vida en los términos de la vida:

la marea está por subir y bajar
antes de que vayan llegando
uno a uno a las piedras negras
los niños y los bañistas.



FRUGALIDAD

Frugal y desabrido lo importante.
Bailas para las rocas, tu pie práctico.

Lo que no incita ni cautiva, lo simple

tan raro de encontrar.
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