Azahara Palomeque

El Sur, 1986. Uno de sus libros más recientes es Vivir peor que nuestros padres (Anagrama, 2023).

I

Este amor no será pasajero
porque confluyen en él
la luz de esta tierra, plenitud temprana
de azahar recién encendido y una flor
nunca miente. Este amor
consecuente de cuanto llueve adentro
mañana, ayer
que fue secano, prodigio
tu boca en mi muslo, la mía en tu nombre, el coro
de los elementos, amor,
renacidos.

II

Besada, tu saliva horada el alud
de este vientre. Debe
ser muerte el recuerdo de lo no acontecido
contigo aún, mañana
morderemos la aurora vestidos de diluvio,
abiertos
en piel: un nido eco a la magnitud del deseo.

III

La noche previa al amor
se derritieron las campanas, el alminar
adquirió el pulso de una bala y demolió los guijarros,
la ciudad se hizo miel
y la libaron los cuerpos desnudos.
La noche previa a nuestro amor
se besaron los escombros y luna reflejó la piel de los desamparados.
Nidífugos, los pájaros pasearon su ala rota; tibio,
un augurio oliendo a flor
venció a la guerra y, cuando amaneció, no éramos sino dioses
volcados al deseo. ¿Qué me quieres, amor?
Responde y dona.
Responde y respira.

IV

No llueve dentro de las grutas ni frutece
el liquen sin sol, crees
que he nacido para el propósito vano,
no he nacido para el propósito vano, a veces
no he nacido y tú ya has muerto, cómo es posible
que nos encontremos:
resucita y te prometo mi primer llanto.

V

Eres
enemigo de azúcar.
Te libaba y te mataba y, al mismo tiempo,
me convertía en ceniza antes del abrazo final
juré que nunca, que no,
que el cielo se despedazaría como la historia
a nuestros pies; tu huella,
reluciente; la mía, hora de correr
adonde se proyectó el refugio
y sólo quedan sus ruinas.

VI

No cabes en esta horma;
hay lugar para el insecto desnudo, la lluvia, la hiedra trepadora, el cierzo
y el siroco, los miembros mutilados en busca de su fuente
sanguínea. Pero tú no.
Tú puedes retozar una rosa rota
y rezarles a las espinas.

VII

Cómo te voy a amar en llamas,
cómo va a guarecer esta humedad
tus pulsos muertos de miedo,
cómo vamos a resistir la acícula que se clava en el órgano,
biopsia de entierro,
y sabe a mar este humus,
sabe a petróleo, sabemos
que las sebes no entienden
de lo prohibido.

VIII

Te engarzo a la vulva, pareces un ser crepuscular
que amasa adentro, como espuma
yazgo una cresta,
¡arriba!,
en la cavidad monticular no
te apagas ni yo busco más que tu horma a ciegas, amor,
esto se hace, se hiende, se supura,
y mañana bajarán los escombros a su funesto hoyo, veloces
a tu cadera exhausta, la miel
recomienza. Otra dulzura palpar así
las entrañas contigo.

IX

Un corazón hecho fractura se me introduce en la carne.
Es tu debilidad mojada,
es tu canto amargo navegando en busca
de algo que no soy,
pero te doy el solaz de la historia muerta, un corazón
en la vida que miento encendida.

X

Te desmigas
como una flor seca crujes, mullido,
entre mis pliegues, la madrugada
del tres de mayo
respiras
y oreas mis muslos, que transcurren ahí
por ti, vientre huérfano
no sabe ausentar su raíz, no finge
antídoto a soledades
pero agarra mi mano.
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