Mi infancia estuvo llena de niñitos como tú,
Todos corrían de lado a lado,
Con la frente roja
Y sus carnes al sol.
Tus hermanas las llamabas y
Ellos
Respondían al llamado hermafrodita,
Para agruparse y gritar todos juntos una canción
De cuna.
Entonces la luna brillaba por las noches
Y yo escuchaba sus gritos eufóricos,
Pensando que su felicidad era mayor que la mía.
Y estaba en lo cierto,
Su felicidad era mayor que la mía.
Tú lamías sus botas y sus botas pateaban mi rostro,
Eran una jerarquía marciana,
Bélica, buscando entonces sus gritos eufóricos
En lágrimas rodando por sus botas.
Mis brazos se hicieron cruz
Y me crucificaron de cabeza como a San Pedro,
Me quitaron la dignidad que salía de sus bolsillos
Pero sonreí,
Porque sus cabezas estaban vacías de la poesía que sobra en el viento.
Entonces corrí por sus pestañas y me lancé
A sus babas,
Me hice uno con sus enzimas y
Perdí la imagen en una sombra nocturna.
Me abrazaron de vez en cuando
Las aves de la mañana,
Avisándome del sol amado por pequeñeces,
Antes que el odio marcara esvástica en la palma de sus dolores.
Mi infancia estuvo llena de niñitos como tú,
Llorones y hambrientos de juego,
Sudorosos y hediondos.
Mi infancia estuvo llena de niñitos como tú, te digo,
Y Dios sabe que los niñitos como tú no existen.