Madrid, 1961. Estos poemas pertenecen a su libro más reciente: Pleroma (Los aciertos / Pepitas, 2023).
ESTALACTITA
La muerte se ha dejado en el guardarropa su carnet de baile y
esto va a darle mucha emoción a la velada.
Para vergüenza de los tibios, he conocido más de un
contramaestre que llevaba tatuada en las pupilas la rosa de los
vientos.
En el estrado de los sauces, los falsos testimonios se
cepillan el frac unos a otros y así los sexos no se oponen ya.
Lo que hurtas cada noche a la locura, eso eres.
Nunca he tenido un atril de humo para los días que se
acortan ni un trabajo a la altura de mi abulia.
Sé que hay tumbas provistas de periscopio para ver
acercarse el día del Juicio Final.
Hambrienta o no, la historia sigue detenida ante un paso a
nivel, y en las cafeterías ortopédicas que han nacido rodeando
los tanatorios sólo se sirven cenas frías.
Sin nostalgia ninguna, me pregunto qué había de peligroso
en la palabra «realidad» para que haya pasado de moda.
EQUIVALENCIAS
He adoptado el hábito de ver mi cabeza varias veces al día (lo
considero una precaución); y lo que resta de mi cuerpo,
demasiado poroso, he tenido que distribuirlo entre cinco
vitrinas que construí originalmente para contener iguanas, y un
único baúl, con refuerzos de hierro, donde guardo sustancias
abrasivas y pétalos de flores secas.
No hay avales, me digo.
Unos días pienso en la conciencia como un almacén de
utilería. Otros (creo que es igual), como un gran pantano que
sólo puede rodearse, pues si intentáramos atravesarlo se
desvanecería la orilla opuesta.
ECLIPSE
Hacia finales de septiembre, la integral del Otoño crece a la
sombra de los obeliscos, después ya no.
Todo lo que reniega de existir me es afín de una manera o
de otra.
Siendo como somos volcanes extintos, habrá que
acomodarse a que la Noche cambie de apellido y se ponga el
nuestro.
Me mantengo despierto no sea que la borrasca tenga fin.
La borrasca que bebe una pócima en la que ha diluido lo
Inexplicable.
Pasa por la calle una luz inviolada y la gente que nunca se
apasiona le tira puñados de arroz.
El mundo es todavía sorprendente, pero como lo son esos
retratos al pastel que se les hacen a las horas muertas.
ACANTILADO
Con los primeros fríos, majestuosas bandadas de suicidas
vuelan al sur.
Una boca de hielo se desprende del siglo XXI para
chupársela a los que más tienen.
El pan y el vino piden habitaciones separadas en los
moteles de Oakland, el milagro de todas las cosas está
quemando su última juventud.
Hay navegantes de lo Comprensible que ya han salido de la
oscuridad, aunque no ilesos.
Besar la mano de las Inundaciones y luego retirarse con las
ganancias.
En un octubre interminable, esta sola blancura sin peso
cada vez más inclinada a hundirse.
PARTIDA DOBLE
La Grisura que tanto nos ha inspirado va a sentarse
al volante del siglo.
Vuelven a estar de moda las axilas de los boxeadores
y hacerse pasar por incurablemente crédulo.
Según nos acercamos al invierno los cunnilingus son cada
vez más cortos.
Se sospecha de un túnel oscurísimo donde crecen
magnolias indomables.
A modo de sedante, en las farmacias venden bajo cuerda
pececillos llegados desde el Big Bang.
«¡Ya pasó!» se le dice al sulfato de hierro.
Asombra que se admitan mendigos incoloros en los
conciertos de pupilas.
Los minutos de vidrio aprenden a existir como líquidos
diferenciados.
Ahora que no hay escapatoria, me trastorna saber que la
nieve odia posarse sobre nuestra desdicha.
DIAFRAGMA
El tipo de llovizna que es estar solo intensifica los
descarrilamientos.
Cada vez se contempla con peores ojos que los pisoteados
sientan rencor.
Los muertos más queridos se aparecen por partes en
holgazanes que se les asemejan.
Desde cualquier punto de vista el plenilunio nos desborda.
En las pendientes de Chamonix Mont-Blanc el Nuevo
Testamento se lesiona el menisco.
Ya no habrá viajes gratis para los limpios de corazón.
El día menos pensado les hablaremos a los viandantes
como ahora les hablamos a las formas calcáreas.
Hasta el momento, lo que hay entre el Espíritu y las
luciérnagas que nos sobrevuelan no es nada más que una
amistad.
VÉRTIGOS REGULARES
Abriendo el lucernario que hay en la muerte resplandece
una esmeralda líquida.
La Belleza Indivisa sale de un pozo tras rendir pleitesía a lo
disímil.
Algunas sanguijuelas colocadas bajo una prensa hidráulica
aguantan tres minutos sin existir.
Todavía quedan chóferes de limusinas que se suman a los
escarceos súbitos.
La veleidad más rica de futuro está a la vuelta de la esquina.
Los desechos de tipo cosmológico evolucionan hasta donde
es posible, las regiones ganadas al mar gozan quemando sus
fotografías de boda.
Va a sortearse entre los flemáticos la bañera donde escribía
Marat.