Ciudad de México, 1949. Su libro de poesía más reciente es De lo poco de vida (Visor, 2016).
Fines del noviembre helado. Caía, caía
la tormenta. Caía la noche sobre Suiza.
Iba de Berna a Biel.
Está muy cerca, dijo Helen, una lejana
exalumna con quien salí en los setenta.
Fatigado, alterado, me negaba
a estar en Berna. Subí al tren,
pero de pronto —no sé cómo—
me vi a la orilla de la carretera.
Harta, exasperada, poco antes
en el Rosengarten, Helen dijo:
No hay nada en Biel, sólo relojes,
paredes y ventanas se ponen de reloj.
Vivo en Berna desde hace años,
he tenido trabajos de sobrevivencia,
múltiples amantes, amistades sin gracia,
y me cava el tedio desde el alba a la noche.
Ajada, parezco una rosa de diciembre.
¿Volver a México? A veces hay nostalgia,
pero si voy la tendría por Suiza.
No debí dejarte; de muy joven ignora una
el daño que le hace al otro. «Menos, mucho
menos del que crees. Me irrita que me hables
dándole importancia a lo que fue tan breve».
Pasaban coches. Luego sólo pasaban
de vez en cuando
La noche era más noche
en una carretera donde no veía nada
No había centímetro en mi cuerpo
que no estuviera empapado. Con ansiedad
y angustia caminaba —roto y dentro y fuera—
Veía el reloj y las horas se alejaban
Se alejaron hace mucho, y hace mucho,
a la deriva, no encuentro la dirección a Biel
Y no han cesado la noche y la tormenta.