Preparatoria 12
–Ven, anda, acércate, quiero contarte lo que soñé aquella noche que platicamos por última vez:
Recuerdo que estaba tirado en el suelo, que mi piel, mi pelo y la ropa que traía puesta se oscurecían, de tal modo que pensé que me habían bañado totalmente de una tinta muy espesa y negra. De algún modo comencé a sentirme como un títere cuando me di cuenta que no podía controlar mis movimientos; en ese momento mi cordura se empezó a esconder poco a poco en alguna parte muy profunda de mi mente, mientras mi cuerpo parecía actuar por sí mismo. Un dolor terrible, de aquellos que son insoportables, invadió mi torso y agradecí tener ya poca cordura, pues creo que de haberla tenido totalmente no sé qué hubiera pasado. El hecho de ver mi cuerpo doblado de una forma que me pareció imposible me produjo una sensación terrible. Las cosas empeoraron cuando poco después de unos momentos se torció como un acordeón, produciéndome un dolor espantoso que quise gritar tan fuerte hasta quedarme afónico, pero, para mi sorpresa, por más que forcé mi garganta, no pude producir ni un solo sonido. En ese instante, aquel grito de dolor atravesó la barrera del sueño, desperté jadeando de una forma muy agitada y en ese momento lo único que pude pensar fue: ¿qué difícil es ser tú?