Puerto de Veracruz, 1970. Su libro más reciente es «Hacia días felices simples rastros». (Mano Santa, 2020).
Aviesc Who? puede ser una jovencita de pelo rubio y extravagante vestido rosa, el más sexy monstruo comegalletas, una alienígena de seis brazos, una Doña Florinda sadomasoquista, un osito de peluche que inspira más terror que ternura… Este artista, diseñador y drag queen es La Perra de la Moda. Su amor por las telas, el maquillaje, los zapatos, los accesorios y todo aquello que adorna y le da aún más significado al cuerpo lo llevaron al drag.
Aviesc Who? es el alter ego de Luis Jessy Ávila Escamilla (Tonalá, Jalisco, 1986), quien estudió Diseño Gráfico y Diseño de Moda en la Universidad de Guadalajara. Es dueño de la marca Aviesc. Lleva más de diez años en la industria de la moda. En 2020, ganó la tercera temporada de La más draga, programa de televisión transmitido por YouTube. La obtención de esta corona ha ayudado a que su arte y su moda, llevados al más refinado extremo en su drag, sean cada vez más reconocidos en México y el extranjero. Ha seguido los pasos de diseñadores como Alexander McQueen y de dragas como Leigh Bowery. «Fue uno de mis primeros referentes del drag. Básicamente era una drag queen, pero la incluían en los libros de arte. Yo no entendía por qué estaba entre una pintura, una ilustración y una escultura. Ahora, después de consumir y hacer tanto drag, entiendo que él era la pieza de arte. Y eso es lo que yo quiero hacer».
En mi entorno, en Tonalá, como en cualquier pueblito o ciudad pequeña, no sabía que me podía vestir diferente. Cuando estaba por terminar la carrera de Diseño Gráfico, encontré una revista en la que descubrí la moda, yo no sabía ni siquiera que existía el término. En la prepa tuve un noviecito que me dijo: «tú algún día vas a ser un gran diseñador de modas». Mi fuerte es la ilustración, y yo siempre hacía monas con vestidos exuberantes, inspirados en los videojuegos. Cuando me dijo eso hasta me ofendí porque pensé: «ya me está diciendo joto», y es que en mi cabeza estaba el estereotipo de que el diseñador de modas era una loca, de personalidad muy fuerte (que al final terminé siendo eso, y me alegro), y yo era muy tranquilo, lo sigo siendo, pero con muchos matices.
Yo pintaba. Pintar fue mi primer trabajo. Mis hermanos a eso se dedican. Siempre tuve la pintura, lo artístico era mi referente. Cuando vi las primeras pasarelas en YouTube, en un cibercafé, descubrí su relación con las pinturas. Eran equiparables porque me contaban historias y me daban sensaciones. Pero para mí era un sueño inalcanzable poder vestir eso que veía, por la cuestión de género y por lo económico. Cuando vi La chica danesa, vi que un hombre se podía vestir de mujer, era una historia que ya estaba desde hacía muchísimo tiempo, y caí en la cuenta de que en este momento también se puede hacer.
Desde los veinte tenía la inquietud, quería usar tacones. Cuando cumplí treinta, me dije que no quería que se me fuera la vida sin hacerlo. Cuando cumplí veintiocho y veintinueve, hice fiestas de disfraces, así que cuando cumplí treinta el tema fue villanos y héroes, y yo me disfracé de Cruella de Vil; fue un parteaguas, me veía horrenda, pero yo estaba viviendo mi fantasía.
Me metí a estudiar Diseño de Modas y empecé a tener mis primeras colecciones en Intermoda. Pero yo siempre me disfrazaba porque me daba pena que me vieran, me ponía una máscara, una careta, algo que medio tapara mi rostro.
En las pasarelas que yo hacía me gastaba mis ahorros, no quería presentar ropa común, que yo sabía que podía vender, sino presentar cosas que me contaran historias fantásticas. Yo siempre hacía colecciones colaborando con algún artista o con un arquitecto, como Alejandro Valenzuela, con quien hice una colección. Cuando la presenté me la compró una empresa de productos para cabello. Yo no creía que pudiera vender eso. La siguiente colección también me la compraron completa. Después me mandaban hacer las colecciones. Descubrí que sí había quien comprara esa ropa, así que empecé a alocarme más. El nombre Aviesc comenzó a sonar en publicaciones y escenarios, con artistas como Javiera Mena, Denisse (de Belanova), Alejandra Guzmán.
Cuando vi que había un lugar para lo que yo hago, lo empecé a hacer más. Hacer lo que yo quiera de ropa se fusionó con vestirme de mujer. Me comenzaron a buscar las dragas, vestí a algunas de RuPaul’s Drag Race , y ahora visto a medio mundo, porque básicamente todos buscan eso: piezas especiales, que te cuenten una historia.
La moda es un sistema muy complejo. Afortunadamente puedo entenderlo porque lo soñé y lo he vivido. Cuando veía las pasarelas me preguntaba quién usa esas piezas; pero qué bueno que se hacen, hay una intersección entre el arte y la moda. En las colecciones de Alexander McQueen había muchas piezas que eran imposibles de usar. Algunas están diseñadas así. Pero finalmente veías a Björk usando alguna pieza de McQueen, y tenía sentido.
Me pregunté cómo crear todo lo que yo quiero si tengo que venderlo. Al principio me frustraba, pensaba en sacar playeras negras porque sé que se van a vender, pero después descubrí que lo que se vendía eran los vestidos de osito de peluche. Yo hacía los vestuarios para mí, pero luego veía que las personas los querían. Así funcionan las pasarelas en el sistema de la moda: ves la colección, y a partir de ahí comienza a haber referencias; a lo mejor no vendes ese maquillaje, concepto o idea, pero se va a transformar en algo que sí van a querer.
Tengo un archivo de nombres de películas, directores, fotógrafos, ilustradores, pintores… Cuando quiero tomar algún tema, por ejemplo, lo floral, me pregunto cómo lo puedo abordar, y regreso, por ejemplo, a un boceto de Dalí, «Mujer con cabeza de flores», que me impactó, y lo recreo en mi estilo.
Si voy a hacer a un teletubi, le agrego un dildo en la cabeza. Me gusta jugar con conceptos que son cercanos a las personas, que reconocen al personaje, pero el mío es diabólico, y les genera otras emociones. Como draga, con este teletubi di un show en el que el personaje prepara una dona y al final tiene un acto sexual con esa pieza de pan; es algo absurdo, sí; hay gente a la que le choca, y esa es la idea.
En una ocasión iba escuchando el «Invierno» de Las cuatro estaciones, en el que el violín es muy agresivo, como para cortarse las venas, y a partir de ahí creé un vestuario ensangrentado, con tripas; y en el show el personaje comienza tocando el violín, luego manipula a alguien como vudú, y termina degollando a la persona con el instrumento. A la gente que le gusta mi drag, cuando ve ese tipo de shows dice «qué feo», pero el arte es así, genera estas historias y sensaciones.
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