Espejo / Liliana Mercado

Taller Luvinaria-CUCEA

Lo miraba de frente; ella quiso bajar la cabeza pero la mano masculina de él no lo permitió, y de sus ojos se desprendieron dos lágrimas dulces que él limpió con su dedo índice y luego probó. Era extraño que sabiendo que las lágrimas son saladas, las de ella, por el contrario, le supieran dulces; pensó que seguro la amaba tanto que sus sentidos estaban nublados. No concebía la repentina decisión que ella había tomado, tan sólo se encontraba idiotizado contemplándola.
     Si algo estaba muy claro en su mente era que no la dejaría apartarse de su lado, él la amaba como se ama una sonrisa sincera, la pureza de un alma, la compañía agradable, lo prohibido… la amaba con el alma y el corazón. La abrazó con fuerza, quizá con más de la que debía hacerlo, la sintió respirar pausadamente, la sintió débil y pensó que se había arrepentido de su decisión, que ella permanecería a su lado… Tomó con un puño sus cabellos y apretó aquel bello rostro contra su pecho; cerró los ojos y repitió mil y una veces que la amaba; ella luchó por apartarse; él la apretó con más fuerza aún; ella golpeó con los puños su espalda; él dijo “Te amo…”.

 

 

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