Sin tí­tulo / Mónica Berlí­n Casillas Amezcua

Preparatoria Vocacional
2019-A

La noche cayó sobre mí cuando salía del antro, unos estudiantes de pinta me dieron demasiado trabajo, llegaron desde temprano aún con sus uniformes de la prepa nocturna y las billeteras repletas, muy dispuestos a pagar una hora cada uno. Se estaba haciendo tarde y tenía que correr a casa, pues las 2 de la mañana es la hora perfecta para un asesinato, de un callejón sale un hombre con un arma, alto, grande como un oso cubierto de sangre, me miró como un león a su presa, quise huir, pero me quedé helada. Cuando dio un paso al frente y la luz de una farola baño sus ojos de hielo me temblaron las piernas, él gruñó y me golpeó con el mango del arma, me quedé inconsciente. Cuando volví en mí me di cuenta de que viajaba en un coche, por la ventanilla vi una reja con letreros de advertencia, no tardé en notar que quién iba al volante era ese hombre-oso. Por un instante deseé averiguar su nombre, pero si algo había aprendido de las series policiacas era a guardar silencio. Se estacionó junto a una pequeña choza y abrió mi puerta de golpe, quise retroceder, pero me tomó de la muñeca y me arrastró dentro de aquella ruina, ignorando mis gritos desgarradores, cuando nos acercamos a la choza me tiró adentro y me encerró, todo estaba oscuro y sólo podía escuchar un ruido de cadenas, cadenas pesadas que seguramente mantendrán cerrada aquella puerta de madera vieja e hinchada.

Comparte este texto: