Reloj viejo / Hernán Chacón

Preparatoria Regional de Jocotepec / 2020 A

Soy Tic, un reloj de pared que dejó de ser útil. Se estarán preguntando… ¿qué hace un reloj escribiendo? Bueno, la respuesta es sencilla: sólo quiero que las personas me vuelvan a prestar atención, tal y como lo hacían antes. Recuerdo mi primer día de trabajo. Me sacaron de mi caja y me colgaron en la pared (esto que les estoy contando pasó hace varios años). Las personas en todo momento me miraban; a veces me miraban y se alteraban, otras veces sólo me sonreían. Todo parecía perfecto, pero no contaba con que el tiempo iría en mi contra. Quién lo diría, la persona con quien trabajaba me traicionó.
     A medida que el tiempo avanzaba y yo marcaba su recorrido, él traía consigo nuevos objetos que también marcaban sus pasos. El primero que recuerdo fue el reloj de bolsillo. Cuando él apareció, las personas ya no me miraron como antes; en vez de voltear a la pared para mirarme, veían ese pequeño reloj que sacaban del bolsillo de sus pantalones.
     Después apareció el reloj de muñeca. Algo que me gustó de ese reloj fue que hizo desaparecer a los otros relojes, menos a mí. Aún las personas me miraban, pero como ya lo dije, no igual que antes, incluso me miraban menos. Recuerdo una vez que mi pila se agotó y mis manecillas dejaron de funcionar. Pasaron tres meses para que alguien se diera cuenta que no funcionaban. Me pusieron nuevas pilas y volví en mí, pero las personas me ignoraban cada vez más.
     La llegada del celular hizo que me volviera totalmente inútil. Gracias a él, las personas se olvidaron de mí. Pasé alrededor de cinco años colgado en la pared sin que las personas me prestaran atención. Mis manecillas dejaron de funcionar, pero esta vez no me arreglaron; me fui llenando de polvo, las arañas me cubrieron con su tela y me hice invisible para las personas.
     El día de ayer un niño me quitó de la pared y le preguntó a su madre qué haría conmigo. Su madre respondió que sólo era un viejo reloj, que me dejara en la caja de cosas viejas. Cuando el niño me llevaba a la caja pude observar que el espacio en que estaba colgado tenía una pequeña marca redonda que resaltaba del resto de la pared. En la caja me encontré con un cuaderno viejo y una pluma, con la cual estoy escribiendo esto. La caja está llena de cosas viejas, como libros, cartas, tarjetas y más relojes como yo, que con el paso de tiempo se volvieron inútiles.

Comparte este texto: