Vejez / Carmen Berenguer

De qué manera siento en este instante
en que se ha desatado una pandemia
y me obliga a pensar que hoy podría morir
y el tiempo se nos acorta

Descifra los sentimientos que expresan los dolores
estado interior de mis dolencias
que los aumenta en estado de vejez
que siente y escucha
cómo son los huesos que crujen
en el desgaste de uso

Así los explico
cuando se me hincha el brazo derecho me digo
no me duelas
no ves que escribo con él
déjame que lo soporte al menos
nos hace el recuento
del tiempo vivido

No quiero que me inhabilites
culpando a la neuropatía
es la yapa de la enfermedad del siglo
de todas formas son dolores con aguante de yerbas
de tiempos imperecederos
en males intensos

Déjame pensar en lo que viene
cómo están mis piernas
déjame caminar
hasta donde me lleves
digo son del alma
y son tristes y quiero pensar que este cuerpo
ha tenido su caminata febril
como para despojarme de ella en forma repentina

Así de taciturna rebelión
olvido que tengo los tobillos rotos
volando un día al son de trampas y desatinos

No es acaso mi pelo quien
expresaba con fuerza
este instante de dura pertinencia
este espejo de la noche
sin cerrar los ojos todavía
se muestra sempiterno el nuevo rostro del infierno

Aunque ha llegado de forma inusitada
no esperaba este mundo de encierro
siendo ajena a esta pandemia
hay montones en todos los rincones
eco multitudinario de terror en un amanecer temprano
en este silencio mundano se ha acurrucado la fauna

Y de qué se trata esto que no me había dado cuenta
de los años que compartimos en cafecitos
o en el mate de leche de infancia
cosas amontonadas se me vienen desnudas

Necesito revisión atolondrada de noches insensatas
que según las lluvias anegan el ayer
lo que en la pasión brotaron mojadas en esta tierra común
la vida es sagrada, Dioniso!

En tiempos cordilleranos cuando la respiración agitada
en la tos el eucaliptus
en las inhalaciones tortuosas al vapor de su aroma
en las orillas del río

Irrumpe prematuro este silencio de noche en la cuarentena
fijada por la razón de costumbres presentes
enraizado en la lentitud del fuego pausado
en ese retorno hecho de costumbres

No tiene razón la prohibición el confinamiento
de súbito aquí están las sílabas fogosas
como rosa seca en las páginas de anoche
un aroma no hablado
un reencuentro de palabras y cosas de súbito olvidadas
por el artificio de la prisa
Y es que ha llegado la calma de la edad en tiempos virulentos

Pero eso no es todo
es azaroso contar las letras
cómo vivo este momento sin pasar por alto
la revuelta juvenil y lo que dejó en mi cuerpo
un desatino de ira infinita que me hizo añicos
el único sentido de la existencia y el olvido de ella
cuando se bajaron todas las defensas
fui presa de la incertidumbre

En ese trance
pensé los días vividos
cuando se cayó todo el valor del sistema del mundo
el que fugazmente conocimos un día

Y todavía queda más en los estragos del tiempo
como si el primero no me hubiera devastado
en el segundo me deja sin voz
el torbellino de inhalaciones
tormento de exhalaciones ese aire inaudito

Donde se aprovechan las palabras del canto
afónica yo que fui salvaje
aprendí a decir lo máximo en su medida
los sentidos del alma
y los de la vida semejantes

Qué verde el mar qué azul la tierra qué infinita la llanura
En este innoble paraíso

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