Lágrimas de Dios / Shamik Ghosh

Adonde sea que vaya, Dios me sigue.

      Nos vimos ayer, afuera de la estación del tren de Govandi. Sorbía su té de un vaso de plástico y vestía un lungi (1). Su desnudo, negro, esquelético torso brillaba con el sol. Un canal atiborrado de plástico fluía a la izquierda. Algunos chicos pobres semidesnudos se bañaban en esas aguas turbias. No, no es Dios. Sólo que su nombre, Iswar, significa lo mismo.
      Iswar me sonrió. Sus dientes cafés por el tabaco. «¿Vas a beber té , me preguntó.
      Lo conocí en Calcuta. Los techos de las casas pobres casi se tocan entre sí, dejando un pequeño callejón entre ellos. Caminamos por esos callejones. Ese día también vestía un lungi; en él llevaba una burda pistola hecha a mano. En su jerga le decía Un-disparador. Iswar había sido liberado bajo fianza recientemente. Lo arrestaron por homicidio. En aquel tiempo él visitaba cada día, ceremoniosamente, a un astrólogo en Budgebudge, intentando poner fin a sus miserias. Por la noche fue a encontrarse con Amina a los burdeles de Harkata Gali.
      A Iswar le caigo bien. Me estaba llevando al restaurante de Nur Amin por algo de carne. Iswar creyó que Nur Amin no tendría el coraje para cobrarle. Si lo hacía le pagaría. Lo convencí de que no se metiera en líos sin importancia.

El cremoso curri de res en el restaurante de Nur Amin se veía beige en el frasco amarillo. Algunos kebabs medio cocidos yacían en el plato.
      «Hermano, puedes meterte en esta profesión. Pero no puedes renunciar » .
      Traté de cambiar el tema. «¿No te salvará tu partido político .
      «Carnal, créeme, lo juro por mi mamá, nunca maté a ese pendejo. Me dijeron que me entregara. Prometieron salvarme. Esos hijos de puta no hicieron nada. La policía me cagó a golpes. Me pusieron varillas en el culo » .
      Me sentí sucio. Tenía ganas de vomitar. Escupí la carne en el plato. «Olvídalo, Iswar. Vámonos » .
      «Carnal, lo juro por mi mamá, no lo maté ».
      «Ya vete a la chingada. Lame las botas del partido » . Me sentí agitado. No debió mencionar lo de las varillas en su recto mientras comía.

Esa noche fui a Harkata Gali con mi amigo Arniban. Arniban compraría hash y yo observaría la zona. Fue espeluznante. Las putas podrían habernos tocado en cualquier momento. Se exhibían como los kebabs del restaurante, casi desnudas, a ambos lados del camino. Intentaron tocarnos, intentaron forzarnos. «¿Quieres divertirte por treinta rupias . Se burlaron de nosotros.
      Una negra obesa me tocó. Vestía un pequeño negligé. Llevaba ligueros y unas largas medias negras; la irregular grasa de sus muslos era evidente. Su edad arruinaba sus esfuerzos por parecer sexy. «Carnal, soy Amina. ¿Puedes salvar a Iswar? Lo van a colgar por homicidio » .
      Anirban estaba sorprendido. Nos miraba fijamente. «Deja que lo cuelguen. ¿Crees que Iswar se casará contigo? No lo hará. Los innumerables perros de este callejón se darán un festín con tus huesos » , le grité a Amina.

Arniban me maldijo toda la noche: «Pendejo, nuestro partido también tiene una posición en la lucha de clases. También tenemos la foto de Lenin en nuestras oficinas, ¿pero por qué te haces amigo de los lumpens? » . Estaba fumando hash. Toda la calle College estaba llena de humo. 
      Una luna carmesí, más roja que los ojos de Arniban, bajó hasta los rieles del tranvía. Sólo un poco encima de nuestras cabezas, como si fuera posible tocarla. Pude ver a Arniban flotar en el aire. Sus piernas levitar sobre el suelo. Luego cabeceó la luna como un centro delantero lo haría con un balón de futbol. La luna carmesí se alejó flotando por el golpe como un globo. «Saludo rojo a la luna roja » , gritó Arniban al tiempo que se deslizaba lejos. Todavía pude escuchar sus últimas palabras. «Este hash de mierda no sirve. No siento el subidón. Estos cabrones nos engañan. Hasta el hash es de tercera en este tercer mundo » .

Iswar no cambia. Su apellido sí. En uno de nuestros siguientes encuentros ya no era Iswar Mondal. Se hacía llamar Iswar Mahato. Llevaba un rifle Tres-Cero-Tres en el hombro. Nos encontramos en una plaza cubierta de hojas de sal secas descansando en el suelo rojo de laterita, los flacuchos árboles de sal (2) intentando tocar el cielo azul.
      La piel de Iswar era más oscura esta vez. Estaba más delgado. Pero sus ojos, casi sumidos en las cuencas de hueso, brillaban. Vestía uniforme caqui. Iswar era entonces parte del Ejército de la Guerrilla Popular. Iswar y los de su partido matan a los policías. La policía, por su parte, hace justo lo opuesto: mata a Iswar y a los de su partido.
      Me sorprendió encontrármelo en ese lugar. «¡Iswar ! ¿Eres tú ? ¿No estabas en la lista de muertos .
      Iswar sonrió. «Cada pinche cosa en esta tierra es una lucha de clases. Debemos esforzarnos por eliminar la diferencia de clases. Entonces nadie estará en una lista de muertos. Entonces no habrá más Aminas. No más burdeles en Harkata Gali » . Estaba seguro de sí mismo.
      «Pero la policía te atrapará de nuevo. La última vez esperabas que tu partido te salvara. Esta vez, incluso tu partido es ilegal. ¿Por qué estás con ellos? » , intenté razonar con él.
      «¿Qué podemos hacer, carnal? Ya no podemos alimentarnos de las hojas. Ni siquiera podemos encontrar ratas para comer por aquí . ¿Qué podemos hacer? Intenté comer grasa. Es difícil. No puedes cocinarla. No he comido arroz en años. Siempre sueño con arroz. Nuestro partido dice que algún día vamos a acabar con todos los policías de este país. Entonces habrá arroz en todos lados. En las selvas. En los campos. Suave, blanco, cálido arroz. Carnal , ¿puedes conseguirme algo de arroz? Solamente sal y arroz. No necesito más » .
      Al regresar vi a los policías acordonando el área. Me vieron y dijeron: «Vete de aquí. Te conocemos de la ciudad. Tenemos órdenes de dejarte ir, pero deberías dejar de pensar en las aldeas. Empresas nuevas están llegando a las ciudades. Necesitan gente como tú. Tendrás empleo » . El policía tenía un extraño parecido con Iswar. Se veía igual. Traté de averiguar si era Iswar disfrazado de policía. Me empujó. «Vete ya » . Quizá también él fue asesinado por el partido de Iswar. Su trabajo lo llevó hasta allí. También tenía que alimentar a su familia. Dos Iswars. Dos dioses con armas sobre sus hombros, tratando de matarse el uno al otro por comida.
      Una chica caminaba detrás de mí. Era negra. Tendría quince años, supongo. El policía la detuvo. «¿Quién eres tú ? ¿Qué haces aquí ? Quítate la ropa. Déjame revisar si eres hombre o mujer » . La chica lloró. No me atreví a mirarlos. Pude ver el cartel de Aiswariya Rai en las paredes de la estación de tren. Su espalda perfecta estaba expuesta. La miré con lujuria. Tomé el próximo tren para regresar a Calcuta. Tenía que ver una película pirata de Monica Bellucci en mi laptop.

Estaba comiendo con Dhokla y Khaman. Fumando un cigarro fuerte con mi té azucarado. Le pregunté al encargado: «¿Cuánto es . Al salir del restaurante me encontré con Iswar otra vez. Llevaba un gorro musulmán y barba sin rasurar. Vestía un sherwani (3) sucio. Ahora se veía gordo. «¿Iswar ? ¿Eres tú , pregunté.
      «Sí. Pero ahora mi nombre es Allahrakha. Salaam Alaikum (4) » .
      «Wa alaykumu s-salam wa rahmatullahi wa barakatuh (5). Iswar, perdón, Allahrakha, ¿qué haces aquí? » .
      «Huzur, escapé durante los disturbios. Ahora he regresado. La ciudad ahora es más hermosa. Sólo este viejo pueblo parece estar más sucio. ¿Pero qué puedo hacer? He regresado aquí. Uno tiene que vivir en un lugar donde pueda ganar dinero » .
      «¿Por qué escapaste durante los disturbios ?».
      Nos habíamos alejado de la calle principal hacia los estrechos callejones. Podíamos oír el zurear de las palomas. Hombres de piel oscura se reunieron en las tiendas. Estaban todos en grupos.
      «Allahrakha, nunca me respondiste » .
      «¿Qué preguntaste .
      «Sobre los disturbios. ¿Qué pasó? » .
      Allahrakha se rascó la cabeza. Las sombras de las casas nos protegieron del sol abrasador. Fue relajante. Allahrakha replicó: «¿En algún momento hablé de disturbios ? ¿Hubo disturbios .
      «¡Pero si tú dijiste que habías escapado durante los disturbios .
      Hablábamos en hindi y gujarati. Podíamos ver el matadero a la distancia. La ciudad estaba cubierta de suciedad.
      «¿Te acuerdas de Amina .
      «Sí, me acuerdo » .
      «Nos casamos. Yo trabajaba, Amina cocinaba. ¡Oh, su biryani era delicioso! Escuchábamos las noticias en televisión. Quemaron un tren. Nos sentimos amenazados. Amina estaba asustada. Tenía cinco meses de embarazo. Su cuerpo era pesado , dijo: Allahrakha, hay que dejar este lugar. Pero me negué. ¿A dónde íbamos a ir? Fuimos felices aquí. Me estaba yendo bien. No conocíamos a los que quemaron el tren. ¿Por qué íbamos a preocuparnos? Esa noche llegó la policía. Vestidos con sus uniformes caquis y sus botas pesadas. Acordonaron el pueblo entero. Ninguno de los dos pudo dormir esa noche. Podíamos ver el fuego a la distancia —fuego, oscuridad y humo. Escuchábamos los gritos de la gente. Disparos ocasionales a la distancia. Amina estaba asustada. Se abrazaba a mí. De pronto oímos los disparos en las cercanías. Personas gritando frenéticas. Veíamos a la gente corriendo por el callejón. Saltamos la barda y comenzamos a correr. Patio, bardas, paredes, más paredes… corrimos y corrimos. La tierra se hacía más caliente. Se sentía como correr sobre una plancha caliente. Atrapaban a la gente y la mataban. Violaban a las mujeres » .   
      «¿Pero no dijiste que había policías .
      «¿Policías? Ellos les disparaban a los que intentaban escapar. Algunas personas lanzaban piedras. ¡Gas! Los ojos se nos quemaban. La tierra se sentía como una plancha. Amina resbaló y se cayó. Yo estaba sobre la barda. Volteé hacia atrás. Venían por nosotros. Tenían espadas. Amina me miró. Levantó las manos hacia mí. Pensó que la ayudaría a escapar. Y fui un cobarde. Dejé a mi esposa embarazada, a mi hijo no nacido, y salté hacia el otro lado. Mi boca y mi nariz ardían. Se sentía como un horno y nos estaban asando a todos. Había un paso subterráneo bajo las vías del tren. Pude ver los cadáveres tendidos allí. La sangre fluyendo por el suelo. Yo estaba vivo todavía. Me acosté y cerré los ojos. La sangre de los muertos me cubrió. Me sentí como un animal sacrificado tirado en el matadero » .
      Escuché a Allahrakha. Luego hice lo que hago siempre en este tipo de situaciones: prendí un cigarro. Allahrakha o Iswar temblaba. Dije: «Allahrakha, tengo que irme. Nos encontraremos de nuevo » .

Regresé al hotel. Tenía pan y pollo al curri para cenar. Me recosté en la cama y encendí la tele. India ganó otro partido de críquet. Los comentaristas estaban eufóricos. Escuché los petardos tronar a la distancia. Intenté dormir.
      Al principio sentí una luz tenue. Luego todo se aclaró. Estaba colgado boca abajo. Mis pies atados a un gancho. ¡Cabeza abajo, pies arriba! Los azulejos blancos del suelo casi me tocaban. Había gotas de sangre por todos lados. Me asusté y traté de ver a mi alrededor. Había una larga cola frente a mí. Luego traté de verme a mí mismo. ¡Oh, Dios mío! Me habían despellejado. Estaba atado a un tubo de carnicero. Intenté gritar. No pude. La primera mujer en la cola dijo: «Un kilo de carne de pierna y un poco de hígado » .

Bombay. Govandi. Una estación de tren de la línea Harbour. Un mercado junto al complejo de la estación y el arrabal. Al salir escuché que alguien me gritaba: «¡Oye, hermano .
      Era Iswar parado afuera de la estación de Govandi. Sostenía un vaso de té con una mano, con la otra se rascaba el abdomen.
      «¡Una vez más nos encontramos .
      Iswar arrojó el vaso.
      «Ahora vivo aquí. Pude encontrar a Amina de nuevo. Se cambió el nombre a Madhuri » .
      «¡Oh, sacó el nombre de una estrella de cine! ¿Y cómo está ahora? » .
      «La cortaron con una espada. Pero ya está bien. Sólo una marca negra en el cuerpo. Se negó a regresar. Ha perdido su modestia. ¿Pero los pobres tienen modestia? Ahora vivimos aquí. La gente dice que el dinero vuela en esta ciudad » .
      «¿Dónde vives .
      «¿Quieres conocer? Ahora vivo en un palacio en el agua. Construí una ciudadela en el mar » . Iswar sonrió. Me sentí interesado. ¡Dios viviendo en el agua!
      Caminamos a través del canal. Aguas negras obstruidas por incontables pedazos de plástico. Las sucias casas de los pobres —algunas de un piso, otras de dos, pequeñas chozas de ladrillo tocándose entre sí. El barrio M de la ciudad de Bombay. Algunas personas dicen que en ese lugar la mortalidad infantil supera a la del África subsahariana.  
      Iswar tarareó una cancioncilla.
      «¿Puedes cantar , pregunté.
      Se avergonzó un poco. «Tenemos una buena vida aquí » .
      «¿A qué te dedicas .
      «Trabajo haciendo pan » .
      «¿Pan .
      «Hacemos pan. Pongo la masa en el horno. Se convierte en pan » .
      El barrio se adensó. Estaba atestado. Apestaba. Me irrité. Dejó de gustarme esa aventura.
      Nos detuvimos cerca de las marismas. Agua espesa y negra. Parecía como si todas las aguas residuales de la ciudad fluyeran hacia allí. Pude ver las chozas. ¡Estaban flotando!
      Iswar trajo una balsa. Estaba hecha de hielo seco y triplay. Dos marinos embarcados en el viaje. Iríamos a la casa de Dios. No podía saber si había suciedad o agua bajo nuestro barquito. Iswar jaló los remos. «Este lugar se llama Chikalwadi —una casa en el lodo » .
      «¿Cómo la haces flotar .
      «Usamos hule. El mismo hule que se usa en las llantas. Se hunde durante el monzón, pero nuestra casa sigue flotando en el agua » .
      Amina estaba adentro. Estaba asombrada. «¡ ! ¡Aquí ! Nos conocimos hace mucho tiempo » .
      Todavía podía recordar a la escasamente vestida Amina de Harkata Gali. ¿Era la misma Amina o era otra persona? ¿Otra Madhuri, quizás? Sentí la urgencia de mirar la marca negra del corte en su cuerpo para verificarlo. Me resistí y miré a lo lejos. Pude ver los rascacielos al otro lado del arroyo. Era Nueva Bombay. Los altos edificios sobre las colinas se veían más prominentes desde donde estaba parado.
      Sentíamos la casa balanceándose a nuestros pies. Balanceándose como un pequeño bote al viento. La casa de Dios flota en la porquería. En la mitología, el príncipe Lakhindar, mordido por una serpiente, fue llevado en una balsa por su nueva esposa, Behula. Su paciencia venció a los dioses. Se vieron obligados a devolverle la vida a su marido. Amina e Iswar están en un viaje similar. La casita no tiene ventilador ni luz eléctrica. El aire siempre huele a mugre. La casa de Iswar y la casa de Amina. Pueden soportarlo todo.
      Me puse los audífonos para el camino de regreso. Escuché los anuncios del canal fm: «¿Quieres evitar el tráfico de Bombay? Compra un departamento en Torre Mathura. Departamentos de lujo por veinte billones o más » .
      Luego de comprar cigarros afuera de la estación de tren, vi a un niño pequeño lavando trastes en un restaurante. El agua del balde era negra. Sus manos mojadas tenían un tono blancuzco. Me miró fijamente. Volteé hacia otro lado.
      El cielo estaba negro. Sentí el viento salado que llegaba desde los mares. Iba a llover. Toda la ciudad se llenaría de agua. La pequeña casa de Iswar flotaría sobre el agua. Se balancearía con las corrientes. De pronto pude sentir las gotas de lluvia cayendo sobre mi cuerpo. No sería por mucho tiempo. Se detendría. Las lágrimas de Dios se secaron.

 

Traducción de Luis Eduardo García, a partir de la
      traducción del bengalí al inglés del autor.

1   Prenda tradicional de la india, similar a una falda, que se utiliza alrededor de la cintura. Puede ser utilizada por hombres y mujeres. (Todas las notas son del traductor).

2   Árbol nativo del sur de Asia.   

3   Prenda larga, parecida a un abrigo, utilizada en la India.

4   Saludo islámico que podría traducirse literalmente como «La paz sea contigo » .

5   Respuesta al saludo; podría traducirse como «Que dios te dé protección, seguridad, misericordia y bendiciones » .

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