Poemas / Sukrita Paul Kumar

Muchos al momento

En mis momentos de vigilia
mis ojos se cierran
para mantener vivos mis sueños vivos

los árboles encuentran raíces en los cielos
sus brazos escarban hacia el centro de la tierra
mis ojos lamen el sabor de la fruta

en la emplumada luz de la luna
copos de nieve colocan arcoíris en mi piel
sobre el río de fuego,
de un aleteo de lenguas
del rojo al amarillo

la memoria de hielo se abre
en la pantalla de mis párpados
túnicas blancas y negras
girando en círculos

El oscuro rostro de Mwangi,
desconcertante y negra noche
ojos centelleando
labios brotando como champiñones
largas palmas como cuencas de río
deslizándose por mi columna
Yo, retozando con sólo nueve años,
Con chocolate derritiéndose en mi boca,
rodando de la nube hacia abajo
haciendo ngoma (1)
bola tras bola, atrapada en la red
el inútil palo en mis manos
en el punto lejano los agitados y pecosos
blancos brazos de la dama del pt
yo, nunca un guardián de metas

Nadando en aguas profundas
me ahogo otra vez
y una vez más
pero siempre salgo a flote

murmurando la canción de los ancestros
olor de la primera lluvia sobre tierra tostada
y sentir el latido del corazón
de bebés todavía no concebidos

 

 

Intuición

En el centro de
Ese círculo de luz
Elevándose con lentitud
sobre el río de la experiencia
jadeando y resoplando

Descansa la verdad de mi vida

tan blanca
Que no puedo verla
Todos los colores se mezclan,
Se absorben las vidas
el blanco se vuelve más blanco
Y yo
Más ciega

 

Continuidades

Otro borde filoso
Alrededor de la montaña
Un giro ciego,
¿Debería yo pausar, estar atenta ?
¿O pasar rápidamente y
Arriesgar caer
Al valle profundo,
Perder mi vida?

Pero yo sé
A la vuelta de la esquina
Mientras cruzo la frontera
Entre aquí y allá
Voy a volar
Sobre el horizonte
Acompañar a los ancestros
En la Vía Láctea

Un papalote ladrón
Bajará en picada
Escogerá el cadáver
Y alimentará a sus bebés.

 

El final desde el principio

Acomodado en el frondoso corazón
del bosque Jahanpanah,
lejos de los caminos concéntricos,
hay un viejo pozo
durmiendo un profundo sueño,
silbando con cobras y
víboras
bajo la cubierta de espinosos arbustos;

no visto y no escuchado,
inalterado y quieto
a través de los siglos

La oscuridad ciega atrapa
la locura
de Mohammad Tughlaq
el rey que primero creó
y luego abandonó lo creado
que regresó a Adilabad
la cuarta ciudad de Delhi,
donde respiró, arrojó y
observó el bosque

sonrojado y palpitante
con el amanecer

invitando a los amantes
a bajar los peldaños en espiral
tallados en su pecho,
para alcanzar la matriz del tiempo
y tocar el
principio de la historia.

 

Versiones del inglés de Laura Solórzano.

 


1   Baile y música de tambores. (N. de la T.).

Comparte este texto: