Poemas / N. Sukumaran

Agua en mi mano

El agua que recogí
en el pozo de mi palma
se volvió extraña al río.
Ahora está inmóvil,
el cielo encrespado en ella.
Vertí el agua.

En este río que fluye,
¿cuál es mi agua ?

 

Más huesos

No llames a mi puerta a pedir nada,
mi casa está frígida de muerte.

Les podrían salir colmillos
a las palabras que te di.
El cigarro que te ofrezco
podría estar envenenado.
Podría la comida en tu plato
estar mezclada
con la carne de hermanos.
Podría ir disuelta
sal de lágrimas
en el té preparado para ti.

Estos días los gobiernan
diablos en uniforme color kaki.

Hoy,
mueren quemadas flores, sonrisas, niños,
pájaros. Mujeres.
Las voces de aquellos
cuyos órganos arrancan
se expanden en un tartamudeo.
Desde el cráneo destrozado del Buda
aúllan los buitres
entre la pila de cadáveres.
Es fácil rajarte el cuello
en el nombre de Dios, Lengua o Raza
con una lámina corroída de metal.

Hoy,
es un crimen ser humano.

La tierra se ha convertido en un corredor de esqueletos.
(La pila de huesos crece y crece.)

El aire —
un contenedor de humo de explosivos.
(El humo se vuelve denso.)
Cada huella en la arena
manchada de pus y sangre.

En la tela que tejen las arañas
se hielan en el vacío los ojos de búho de la historia.
Mancha en nuestras manos todas,
la pena se extiende sin fin.
No llames a mi puerta
a preguntarme nada.

Hoy,
ser humano es un crimen.

 

Udhagamandalam

para Sumathi

Como un pájaro que regresa a su santuario,
vuelvo una y otra vez a este pueblo en la colina.

Este pueblo ha sido deformado
como el rostro humano estallando de acné.
Aun así,
recuerdos de mi infancia permanecen
en el viento cargado del olor de eucalipto.

Mi idioma,
por mil años oxidado,
aún es débil
para hablar de tu amor.

Tú, con tus historias,
que anduviste en los caminos
cubiertos de la morada flor de mayo,
que hablaste sobre humanos
en las vías del ferrocarril
entre rocas que rezumaban agua,
no estás aquí.

Ahora yo soy
un corazón cautivo
en las garras de un águila en vuelo.

Los pechos colgantes,
podrías estar perdida
en documentos del gobierno infestados de caca de gusanos
o
utensilios abollados borroneados de carbón
o
la manchada ropa de tus bebés.

Tu amor es tan simple,
como agua recogida a la mitad del río.

 

Versiones de Adriana Díaz Enciso, a partir de las versiones
del tamil al inglés de Putholi Arumugam, R. Sivakimar
y Gita Sukumaran.

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