Una temporada en Infiernitos / Ví­ctor Cabrera

 

Between the horses of love and lust
We are trampled
Underfoot.
                                            U2

Pisoteado por los potros
del Amor y del Deseo
o bien suscrito
al Semanario de la Fe Perdida,
de cuyas páginas solía recortar
los consejos del «Diván sentimental »
y las recetas de cocina,
escribía

Dra. Corazón:
¿Cuánto tiempo más ha de pasar
para que esta marmita de dolor y vísceras
rinda un potaje cuando menos digestible?

Pero de madrugada cierran los consultorios
en el instante exacto
de cada derrumbe emocional.

De modo que en aquellos tiempos,
después de una o dos horas de sueño,
me despertaba
vibrando como una púa galvanizada,
radiante en la tensión de mi ansiedad
—si hasta podía escucharme
zumbar en la penumbra—,
mesmerizado por el demonio
de los celos y su ausencia,
y al alba ebrio de desvelo y de zozobra
en aquel lecho en el que tantas veces
la contemplé dormir noches enteras,
embrujado de su aliento,
sentía mi alma doblegarse
bajo el peso de una náusea
tenaz e inexpugnable.

Eventualmente
rompí el hechizo y
recuperé la calma,
pero ella regresó
después de su primera temporada
a no dejar ya piedra sobre piedra.

La moraleja de esta historia
es que no guarda moralejas:
a cada quién le va en la feria
según los caballitos,
y admito que fui yo quien socavó
su propio abismo.

Ahora he vuelto finalmente a mi coraza,
al núcleo de acciones cotidianas
que me mantiene medianamente a salvo,
pero aún recuerdo todo aquello
como una acidulada pesadilla.

Amor condusse noi ad una morte,
por eso hoy cada amanecer abro los ojos
con la babeante gracia de un decapitado.

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