tú quien oye / Olvido Garcí­a Valdés

el cuerpo respira acomodando

la carga, el cuerpo está sentado, tortuga o rana
mujer anciana que hace tiempo, espera
un vuelo, su marido de siempre le toma
la mano sin hablar, ella mira, han comido
algo, sonríe con calma
o bienestar, alemán hablan si dicen
sólo cuando ella respira, suspira, la
carga de la vida toma forma
de aire, que no tiene forma, y
aparece mostrando dónde se aloja

E

el sol cepilla el verde, lo acaricia a contrapelo levantándolo, lo atusa, lo reposa y brilla / en un viaje es tiempo el mundo y es la vida, se disocian vista y oído, se escucha la variedad de los discursos y teléfonos y se observa la línea cambiante y con volumen exterior; el color es la luz, hora del día, la dirección de la sombra y entidad del ser, de los seres, ser árbol, animal, ser campo, monte, soporte de la vida, el color es la luz y la estación del año, finca, pueblo, casa con jardín y terreno vallado, montes poderosos
—ofertas comerciales, estrenos de películas y premios previsibles, una reunión de franquicias, cómo está la madre enferma, condiciones de pago, cambios de estrategia en la proyección de imagen, modificar la hora de una cita— / la lengua y sus acentos, con frecuencia del sur, alguien canario, nadie catalán o gallego, la lengua / no sólo acento, son chispillas, línea melódica o abrupta en los cambios de tono
y vamos a morir como todos murieron, qué permanente / y efímero este estar, aves de paso, nubecilla voladora, lo mejor son los árboles, su consistencia densa / cuando amanece y los espejos, arroyos, los ríos / como espejos si no fluyeran y el animal vaca, una, otra, el animal oveja, esa / que va la última y una chiquita detrás
rectitud de palabra y rectitud moral, atención, inteligencia, empatía, y ternura, capacidad de acción, había escrito una vez, palabras como árboles, vaca clara entre encinas, la piedra en el desmonte cortado a pico
escúchame, una laguna en la hondonada verde y gris, el arroyo no visible que la llena, camino leve en la ladera y masa tupida luego de árboles, el brillo del rocío aquí más cerca, un teléfono móvil ríe con risilla / seductora, habla y no dice, dice entre líneas, habla de éxito, un futurillo de glamour entreanuncia y esconde, diablillos de la vida, mefistófeles chicos que siempre son el grande, alguien da vueltas a su anillo en el dedo, ¿el anillo de Giges?, cómo hay / tanta agua en estos montes, tanta charquilla, tantos hilos de agua, tanta líquida / precisión permeable / tan al sur

E

hay sólo una oreja, lo demás
es todo corazón y boquita pop
y un ojo de muchacha manga o gato, isla
es isla con bordadas olas de espuma verde
translúcido la tierra, aparece
para ser pintada, puro hueso o greda
alzando una mejilla ¿tiene
pelo, alma? la expresión es
ciega y abierta, no del todo
despierta, y flota, saludo
con pereza de lo profundo, mira
su oscura estrella

llenode aceite estaba, las palabras vienen y son
por la intención, que en lo banal cuenta más
 todo
porque es visto es, lo no mirado se hunde
en la extensión, salvo si de pronto aparece
solo de sí, lo sin nadie
como una fuerza bruta, una presencia
choca y ocupa el alma
que ve como si no
fuera
          habla banal, la carga
de sentido es lo banal, lo trivial ir
enganchándose
en adherencias que habrá que ir
mirando, desplegando, hechas de piel
y afecto, de carencia, no se ve
la adherencia, se encuentra refleja mocha
como el sol que Lorenzo decía y él sabía

E

sabroso el sentido del mundo pero el cuerpo
es sangre, cinco o seis litros, difícil de
pensar, el pulmón, esponja que se impregna, el
sabroso sentido pasa por la sangre, alimenta
los ojos, late en el oído, se desborda o desata
en palabras, quién oye ahí atrás cuando no eres
tú quien oye

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