La gloria digital / Juana Castro

Sacó tranquilamente   uno a uno    
todos los cedés    
y los dispuso en línea     
escamas de algún pez     
arcaica ondulación      
de la blanca serpiente por la casa.

Cuando suenan los golpes un temblor    
de naipes que se caen   un reguero   
de plata   la aleación    
de cromo y aluminio   cenizas    
gusano que salpica   
los cuadros   los sofás   la hora   
del espejo.

Toma abuelo   aquí está   
tu memoria.
Y le puso   al abuelo   
un jarrón color acre    
—rebosante de gloria—    
en las rodillas lacias.

Y la silla de ruedas   enajenada   loca  
daba vueltas   más vueltas   
como en una espiral   
crujiente de vinilo.

Morir.
Ya te puedes morir.
Y el jarrón funerario
—rebosante de gloria—
más cruel    más cruel    
sonreía…

 

 

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