Puntos de rocío / Jaime Moreno Villarreal

para Roger von Gunten

 

Puntos, todos los puntos,

los puntos sin designio ni propósito y los puntos señalados,

el centro inmóvil que fijó el primer trazo de un círculo, el punto

donde se intersectaron las dos primeras líneas,

puntos que subsisten en n dimensiones, junto con

los puntos de la fe y los datos probatorios

que vuelven cada día al trino del cenzontle,

y fincan en el punto de cruz de los bordados

extendiéndose hacia los puntos cardinales,

los puntos donde todo lo que empieza va a alcanzar su punto,

el orden de los planetas y el orden mental que los contempla,

el punto azul de la Tierra, el objeto sin nombre

que es casi cada cosa, punto en el abandono,

punto menos que un punto, prenda inadvertida,

nada, asteroide, nebulosa, polvo, puntos de rocío

en la frente del hombre a la intemperie,

el punto de un decreto que alguna vez tuvo sentido

y hoy es letra encajada en la ley para el gargajo,

expectoraciones de un prisionero sobre el muro de su celda,

hechas de puntos que hablan de un hombre que tosía,

o de un rastro de sangre que quiso ser

la aparición primera de una forma, la forma acallada,

concentradora del poder y la potencia, puntas de flecha,

trocitos de hojas en la grava, escoria o pepitas de oro

arrastradas por el aluvión, luces de una ranchería

en la otra punta de la noche, trizas de huesos que conducen

a la tumba de un señor, ya saqueada, en algún punto

de un mapa arqueológico, el boquete

que hizo en el suelo la puntual gotita de agua,

el punto en que las cosas vivas son ya indistinguibles

de las no vivas, el punto en que es cristal

la vida y piedra el carapacho, cuando la mente no discrimina

ya entre el ánima y el animal, cuando la percepción

es una con la cosa y la unidad se toca con el caos y lo acaricia,

cuando lo cognitivo estalla en miríadas

y las partículas generan flujos y los flujos respiran,

cuando todos los puntos se tocan,

cuando vuelven a tener sentido los nombres

de astrobiología, metempsicosis y presciencia,

los nombres que nombran principios

y compenetran a la desolación con la naturaleza,

nombres que no dan a la belleza o al abuso otro nombre,

y potencian la ola que transporta el día,

siembra la siembra y cae con las cadencias del cabello

 y de la túnica del mar en el peñasco,

chasquido sexual, gotas, lágrimas, moléculas,

puntos puntuales como principios monosilábicos,

el sí y el no, no, no con sus embargos,

el esplendor al borde de la desesperación,

el embate de la sangre, el camino que lleva de la casa

arrancada a la casa vuelta a construir,

el punto de fusión en que convergen el alba y una herida,

decuplicándose cuando un punto resiste

sobre el plano y encuentra el soplo

que remueve las traslaciones, las entrañas,

los vendavales y las faldas y los toques de pincel,

los puntos en el cuadro que parecen

recién llegados de la física cuántica,

que repiten el sí que es no de los rebeldes,

puntas de un hombre que alarga los dedos

para tocar lo inaplacable, y lo halla.

 

 

El pasado 20 de mayo, el pintor Roger von Gunten presentó su pieza Cubo No en la Galería Metropolitana de la Ciudad de México. Realizado en una edición de 10 ejemplares impresos por el Taller Gráfica Bordes, el Cubo No deriva de un enorme cubo multicolor que el artista colocó en la puerta de su casa en Tepoztlán como protesta cuando iba a ser embargada luego de un proceso judicial entablado en su contra por un presunto defraudador. La casa finalmente le fue arrebatada.

Del sentido de esta obra, el artista ha escrito: «Su virtud reside en el hecho de dar cuerpo y presencia perdurable al pequeño vocablo no; e imponer un Cubo No a alguien que nos ha venido perjudicando con impunidad desde una posición de poder, es obligarlo a responder a los reclamos que le estamos haciendo, o bien cargar con un Cubo No el resto de sus días».

En la presentación del Cubo No, Jaime Moreno Villarreal leyó el poema «Puntos de rocío», escrito a partir de una sesión de trabajo en el estudio del pintor, donde presenció su modo de pintar varios cuadros simultáneamente mediante la aplicación de puntos de color. Cabe mencionar que se llama «punto de rocío» a la temperatura en que el vapor de la atmósfera se licua en gotas de rocío.

 

 

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