Hostal / Jeannette L. Clariond

     Apenas se oía el polvo,

latía la luz en los intersticios de la veneciana,

esperaba la llegada de la galera.

 

Flotaba el brillo en el oleaje.

¿Llegó, se fue la embarcación?

Casi todo resplandecía.

 

¿Por qué el sauce no reflejó la albufera?

A pesar del vaticinio

un callado viento de azafrán

habitaría esa noche la pradera.

 

Eras tú, atravesando el aire.

Desnuda en la bañera te esperé.

El árbol inclinaba su humedad suave

sobre los azulejos.

 

Luego, del reposo la llama. Ciegos

nos hundimos en el lino, roces

que colman el abandono

 

cuando al hielo regresan los cisnes.

 

 

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