*** / Damaso Daniel Ramírez Ramírez

Preparatoria 3

Los dos hermanos siguen su camino esperando servir a la voz que en su momento les habló. Ambos quieren destacar y trabajan esperando lo mejor: el pastor y el dueño del sembradío, hermanos de la costilla pero puestos en espejo.
    Fue larga la noche, pero el sueño no los invade. Se oyen sus pasos llegar desde el sol y pregunta por el niño de las ovejas, quien rápidamente acude a su llamado, lo lleva a la colina carente de vegetación y fauna –cosa que no le importa a este dios– y en la cima se encuentra un cordero amarrado; el chico se acerca con una daga, atraviesa el artefacto por la garganta de la bestia, cae, se extingue, mientras él abre el pecho del cordero y saca el corazón, estómago y demás vísceras y en una copa vierte la sangre, la cual ofrece al que no mostró su cara. Éste la bebe y pide más, y se le da más. El joven, para terminar de complacerlo, tomó el corazón del animal y se lo ofreció como un dulce soborno. Él lo tomó, se dio la vuelta y fue a buscar al que cultivó.
    En su colina se encontraba la belleza, pero Dios no la percibió –o no le importó–. El joven tenía un pequeño altar donde había frutas y vino. Le ofreció sentarse y él accedió. Comió y bebió todo lo que pudo, se paró y se fue.
    Antes de regresar a su falso escondite, felicitó al falso niño de las ovejas, cosa que su hermano cuestionó. “Él me dio lo que amaba.” Entonces, el niño que se había convertido en hombre sembrando, le pidió a Dios una última oportunidad. Le fue otorgada, por esa gran misericordia.
    Dios lo siguió y al llegar a la cima encontró al pastor atado. Su hermano tomó la misma arma que limitó al cordero y cortó sus extremidades, abrió su estómago y bebió de él, sacando el corazón y masticándolo en señal de amor. “Báñame con la descendencia del bueno, que el maldito me limpiará del pecado”, gritaba. Dios se quedó ciego por la magnitud del evento, nombrando así al asesino de su hermano: “hombre maldito”, porque él nos limpiará del pecado que se nos impregnó por el dios indulgente que manipuló la vida buscando diversión.

 

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