Poemas / Eduardo Rezzano

El dicho popular que sentencia que una imagen vale más que mil palabras se refiere evidentemente a un uso meramente descriptivo del lenguaje, pero limitar la literatura a ese solo uso sería herirla de muerte. De la misma manera, limitar las artes visuales y audiovisuales a una función descriptiva también sería terrible, no me cabe ninguna duda.

Soy un lector tardío. Prácticamente tuve que terminar la educación secundaria para empezar a interesarme por los libros; en la adolescencia, antes que leer, prefería mirar películas. En el colegio, después de terminada la última dictadura militar (año 84), gracias a que un grupo de alumnos se había organizado y conseguía filmes en 16 mm en embajadas y centros culturales, empezó a funcionar un cineclub; en ese ámbito supe de la existencia de Fellini, Bergman, De Sica, Varda, Von Trotta, Wajda y tantos otros directores. Por ello, cuando empecé a escribir poesía, mis influencias, si cabía algún interés en buscarlas (seguramente que no), había que hallarlas más en el cine que en otro sitio. No tenía ninguna intención de extrapolar lenguajes, pero creo que algún tipo de contrabando de sensaciones estaba practicando sin darme cuenta.
Hoy, luego de más de treinta años, sí puedo darme cuenta de lo que hago y no veo la posibilidad de hacerlo de otro modo. Nunca me interesó escribir a la manera de tal o cual poeta, pero sí me interesa lograr un efecto parecido al que, al menos en mí, producen las obras de los autores con los que siento afinidad, ya sean escritores, cineastas o artistas de cualquier otra disciplina. No me interesa el lenguaje en sí mismo, sino lo que puede el lenguaje, y lo que puede el lenguaje es llevarnos al silencio, al vacío de sentido, a resetearnos.

 

Turf

El hombre me recuerda al caballo
por sus cuatro patas su
hocico respingado

El jockey
mezcla rara de mantis religiosa
y torcacita asustada
me desconcierta

Entre ambos una distancia
vulnerada e irrealizable
una montura estrafalaria
una escena de Buster Keaton

 

Espejos

Me toqué la cara y noté una inflamación en el pómulo izquierdo. Volví para mirarme en el espejo del baño, pero mi imagen se había ido y me esperaba en el espejo del ascensor. Bajé a la calle y la gente perdía el contorno; la mañana, nublada, ofrecía toda clase de transparencias.


Naïma
(*1)

Conozco la cicatriz
que esconde tu espalda
pero no sé de tu padre
ni de tus tíos de tu madre
o sus hermanos

y el que maldijo tu suerte
te hizo un favor
al llevar tus recuerdos
a la hoguera

Ahora buscás tu camino
pero que tu camino al menos
no sea de regreso

que la noche te dé cobijo
que no te falte agua de beber

 

Los perros

Los perros en jauría
rodean la casa

no piden ni exigen
toman esto y aquello

Rodean la casa
pero la casa está vacía
y la ciudad abandonada

El mar devuelve
sobre la costa detritos
y formas inacabadas

lo que no pudimos
llevarnos
lo que preferimos
olvidar

 

Osos polares

Al principio
la película era en
blanco y negro

Del negro
no quedó rastro
la pantalla se
volvió blanca

 

1* Naïma es uno de los personajes principales del filme Exils, de Tony Gatlif.

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