Lago Con la cara oscura de lánguido suspiro El lago yace plácido e inmóvil Hace unos días, Tiraste Tus cálices vacíos en él Sin pausar un instante; Y el lago los recibió Sin protesta Otro día Enjuagaste tu cenicero, Echando la ceniza en sus aguas Ayer incluso Al escarnio de nuestro amor Que se ha agriado, escupiste Furioso en el agua. A cualquier hora —sin importar Cuándo del día— Tiraste tus desechos Ahí y te limpiaste. Hoy, sin recordar Nada de esto, te preparas A saciar tu infinita sed. Éste no es un río que carga Tus tóxicos efluvios en la corriente Sino un lago, plácido e inmóvil Agua, acumulada Un estanque inmóvil Que carga con todo sin perder nada. Imagen Pisada en la oscuridad, La cucaracha fue molida Hasta la pulpa. Toda la noche, Una armada de hormigas ha Limpiado el cuerpo de carne, Dejando sólo el armazón vacío para mostrarme La imagen de mí misma Con alas que ya no pueden elevar el vuelo Y patas de palo —ahora redundantes e inútiles. Contrato Mi hermana me silba con furia Lo que mi madre me susurra con tacto: Que todos los fracasos En el lecho conyugal Son míos y sólo míos. Las primeras palabras que escucho Cada noche en la alcoba: «¿Qué te pasa esta noche ?» Éstas son, casi siempre, También las últimas palabras. Un dedo apunta a un trueque lascivo Al aire de noches timoratas, esperando la redención Por diez millones de estrellas brillantes, Flotan palabras de sabio consejo Incapaz de alimentar a sus crías, La gata llora como una niña; Y su llanto Me desgarra el hígado. Tú, también, Tendrás quejas. Mi posición, sin embargo, Se ha hecho clara Al tiempo y a la historia. Para recibir Un poco de tu amor Incluso turbio como lo está — Para cumplir Mis deberes Como la madre de tu hija — Para que traigas Toallas sanitarias y anticonceptivos Del mundo exterior; Y para buscar más favores mezquinos — Para darte un poco de órdenes, Si pudiera — Para afirmar un poco De mi autoridad — Mi vagina se abre, Y sabe todo lo que debería. Pasada media noche En los días después de mi embarazo y parto, Buscas, insatisfecho, Entre la familiar desnudez de nuestras noches, El pasado intacto de mi belleza. Mi cuerpo hinchado Mi vientre arrugado de estrías, Son verdaderamente repulsivos, me dices; Y también que Mi cuerpo no cambiará — Ni ahora, ni nunca Mi voz, largo tiempo enterrada En un un pozo de silencio, Musita para sí misma: Sí, es verdad Tu cuerpo no es para nada como el mío, Con su fanfarria Y su flagrancia En los años pasados, Podrás haber tenido hijos De mujeres extrañas en tierras desconocidas. No queda ninguna huella en ti, por supuesto — Puedes estar orgulloso de ello. ¿Qué puedo hacer yo ? Estas estrías son Como mi descenso: No tan fáciles de reparar o remendar. Este cuerpo no es papel que puedas cortar e injertar. La traición de la naturaleza Ha sido mucho más terrible conmigo que contigo. Fuiste tú, después de todo, quien comenzó La primera fase de mi caída Las horas después de la media noche, Cuando los sueños crecen en oleadas Son de más calamidad Que las horas anteriores. Ahora es pasada media noche; Deja su quieta percha dentro de un mural, El tigre se monta en mi cabecera Y se sienta ahí, y me mira. Una noche y otra 1. Otra noche Se desliza marchita En los resquicios de la soledad. Piernas demasiado débiles Para escalar las paredes Caminan en la oscuridad De los aposentos interiores. Al calor de los respiros Exhalados por el acomodo Del cuarto, se levanta El pungente olor del azufre. No puede haber segunda opinión De la futilidad del intento De excavar y deshielar Los sueños tanto tiempo congelados Podría haber especies En este universo que viven En placer, subsistiendo solamente De sus presas y cortesías conyugales. La sucesión de tensas noches Y los quejidos inquietos de la niña Se volverán Una fuente de burlas en mi contra. 2. Esta existencia Es complicada — Como la vida de un gato Que se esconde en la cocina Una gruesa capa de crema se ha formado Sobre el té que espera a ser bebido; Su olor quemado me acosa. En las salas de estar Llenas de bullicio humano No hay nadie con quien Pueda yo volverme conocida. La soledad en el baño Crea miedo, que viene de La revulsión por la desnudez. Casas erigidas dentro de jaulas Ejercen su bullicio y ajetreo Sólo para asustarme. En jardines levantados Entre muros, no hay sombra Para sentarse a descansar. Ni se asegura la privacidad En los espacios abiertos De la terraza de arriba. No hay asiento en dónde Sentarse cómodamente Con los pies colgando. Si mi hija Me prestara Su cuna, Dormir podría volverse posible. Versiones de Héctor Ortiz Partida, a partir de las versiones del tamil al inglés de N. Kalyan Raman.
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