En Atí­pica Editorial leen, escriben, hacen libros / Ví­ctor Ortiz Partida

En el libro Entre perros y pirañas, de Karla Sosa, el lector se encuentra con este microrrelato titulado «11:11»: «Despertó más tarde de lo habitual. La voz de olor rancio que cada día lo hacía querer lanzarse por la ventana no le golpeó la cara esa mañana. La buscó, pero sólo encontró una nota en la mesa de la sala y la ventana abierta. Vivían en el último piso».

      Entre perros y pirañas es uno de los títulos que Atípica Editorial publicó este año. Las creadoras de este proyecto, Ada Cabrales y Cecilia Magaña, explican que «nace de la idea de explorar el siguiente nivel en el placer de la literatura. Comenzamos leyendo, luego escribiendo y ahora hacemos libros. Nuestro concepto es el de editorial boutique, con tirajes pequeños de autores seleccionados. Le apostamos a la exclusividad y a conjuntar la literatura con las artes gráficas y culinarias».
      En 2019, los títulos publicados por Atípica pertenecen a nuevos autores. Son ocho libros repartidos en tres colecciones: Primavera, que incluye Del cuello para abajo, de Adriana Haro; Oscuranda, de Sergio Yalú y Lo que nadie está buscando, de Ada Cabrales; Verano: Entre perros y pirañas, de Karla Sosa; Cómete un pay, de Gris Gutiérrez, y Mar de luces lejanas, de Miguel Ángel Gómez Caro; y Otoño, con Hasta los monstruos dicen la verdad, de Yamil Rodríguez Coronel, y Motel Kraken, de Cyntia Ocampo.
      Atípica imprime tan sólo ciento veinte ejemplares numerados. La intención es, dicen Ada Cabrales y Cecilia Magaña, «que quienes adquieran cualquiera de nuestros títulos tenga una pieza única, de colección». En cada libro, describen ellas, se pone mucha atención en los detalles. El lector podrá apreciar las portadas atractivas, los colores, el formato de los libros, las fuentes tipográficas usadas, el tamaño de la letra.
      Las editoras cerraron este 2019 con la creación de otra línea editorial, «dedicada a piezas literarias creadas por autores de trayectoria, joyas raras que quizá no han encontrado su espacio en otros sellos editoriales». El título seleccionado fue La geometría absoluta, de Mario Heredia, «una colección de cuentos sobre el amor y el vacío, caracterizada por su estética del contrapunto entre dos o más historias». En este caso se imprimieron 200 ejemplares, que se distribuyen también numerados.
      Atípica Editorial presenta sus libros de dos maneras: la tradicional, al estilo más clásico, «y en eventos íntimos que hemos denominado Maridajes, que consisten en la degustación de bebidas y alimentos especialmente seleccionados para combinar con la lectura de nuestros libros, al tiempo que los asistentes conviven con nuestros autores», explican Cabrales y Magaña.
      Sobre la colección de once cuentos de aliento breve Del cuello para abajo, de Adriana Haro (Guadalajara, 1986), que tiene como eje el cuerpo como motivo, Alejandro Paniagua escribió: «es como adentrarse en un circo de fenómenos donde las atracciones, en efecto, son seres contrahechos, insólitos. Pero al mirarlos de cerca, el espectador descubre —con fascinación— que también son seres dotados de una belleza que desquicia, son prodigios capaces de provocar un gran goce estético, quimeras que hacen cimbrar a quien las mira».
      «En un ejercicio frenético y brutal, los personajes de estas historias miran hacia atrás sin temor a convertirse en estatuas de sal. Con atrevimiento se enfrentan al pasado, volcado ante los ojos de su memoria en sílabas e imágenes difusas», opina Gabriela Torres Cuerva sobre Mar de luces lejanas, de Miguel Ángel Gómez Caro (Tepic, 1977), libro integrado por ocho cuentos que, describen en la editorial, «tienen una vocación de nostalgia. Sus personajes evocan el territorio de la infancia y la adolescencia con todos sus absurdos y equívocos, quizás buscando una respuesta a los absurdos y equívocos de la vida adulta, quizás encontrando en ellos una profecía».
      Cyntia Ocampo (Guamúchil, 1980), autora de Motel Kraken, libro que contiene tres cuentos, describe así su labor: «Siempre tuve la fantasía de escribir, según yo iba a ser una vez retirada, en mi cabaña de Tapalpa, en medio del bosque, pero se dio un poco antes. Disfruto crear personajes únicos, que dejan ver sus miedos y se desnudan; esto, mezclado con un ambiente enrarecido». Dice Rafael Villegas acerca de Motel Kraken: «Un hombre de cuerpo gelatinoso, un enamorado obsesivo y una mujer que ve lo que no debería, conforman un primer inventario de extrañezas. Hay un amor por las maravillas y los esperpentos que nos remiten al lado anormal de lo humano, del que sólo adivinamos fragmentos a través de la mirilla de la puerta».
      Sobre La geometría absoluta, de Mario Heredia (Orizaba, 1961), con el que se inaugura la segunda línea editorial de Atípica, dedicada a autores con trayectoria, Iván Soto Camba dice: «Un bodegón pintado por un grande (pongamos, Cézanne) reúne frutas vacías por dentro, para que el ojo las llene. Este libro es el ejercicio contrario: personajes plenos para que el lector los vacíe. Mario Heredia tiene la asombrosa capacidad de hacernos creer que conocemos vidas completas en unas cuantas páginas». Por su parte, Gabriela Hernández enumera: «El destino, el arte, el amor, el viaje, el silencio son tratados honesta y libremente en el más reciente libro de Mario Heredia».
      Atípica Editorial, cuyo lema es «Somos Atípica Editorial. Leemos. Escribimos. Hacemos libros», tiene como punto de venta, en Guadalajara, la librería Impronta (Penitenciaría 414, Centro). Su página en internet es atipicaeditorial.com.

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