Diario de amor migrante y mariposa / Luis Armenta Malpica

 

Los poemas de amor son todos falsos.
      En realidad, / no es el amor el tema / sino la decepción
      o la nostalgia.
      Ángel Vargas

Una historia de amor necesita sobrevivir
      veinticuatro horas por día.

Con esta contundencia empieza Diario de Yony Paz / Journal de Yony Paz, de Luis Aguilar, en traducción al francés de Ana Cristina Zúñiga, editado por Écrits des Forges, Primer Cuadro y Mantis Editores a principios de este año. Una historia planteada como prosa poética en veinticuatro excusas (momentos de un 14 de abril de 2009) y tres poemas en verso: «Yntroduccyón», «Yntermedyo» y «Epylogo». en donde un hombre es algo inabarcable, alguien (muchos alguno) que bien pudo ser real o imaginario y ya no importa:

Importa tener dios
      jamás saber su nombre.
      De allí esa ye (o i griega) que puebla todo el diario con faltas de ortografía pero no de moral. Diario que documenta el paso (mejor decir el vuelo) del indocumentado que roba el corazón de quien lee su aventura por el norte de México. Aventura que no se toma así, a la ligera, porque no fue un flirteo. Si quien nos lo consigna entró en su cuerpo como en un viejo amigo es porque considera que

[dos que nada pueden darse siempre
      serán quienes mejor se entiendan].

Qué difícil no creerle al desamparo cuando nada nos llena. Una postura así, tan fuerte e inmediata, me hace creer que éste podría ser el mejor libro publicado por Aguilar, a quien admiro desde Vidrio molido / Ground Glass (Mantis Editores y BookThug, traducción de Lawrence Schimel, 2012). Porque crudo es comentarle a quien busca trabajo lejos de su país que los ángeles tienen mucho trabajo [y] no pueden proteger ni a quienes aman.
      Cuando un hombre no está lejos pero sí la luna, tenemos un problema: estamos en Honduras, en las hondas miserias del enamoramiento que no sigue al destino porque puede buscarlo adentro de su piel, en una piel más larga que la propia frontera o en el cuerpo extendido de la Bestia.
      En el fondo me da miedo que algo se acerque demasiado y ese algo se quede entre la ropa. Así de cerca siento estos poemas y por eso los guardo en esta bolsa que hoy abro para ustedes, los que no se han trepado a ese tren del amor que maltrata a quien viaja en su espalda, a quien no paga el precio de compartir su cama con sus sueños, a quien se moja con el deseo que no llueve para él. En el amor la desventaja es para quien más ama. ¿Y en la poesía? Se habla de lo mismo y no con otro. Uno mismo es quien pregunta y quien responde. Abandonos que olvidaron que un día fueron poemas.
      Los textos que nos encantan se quedan con nosotros (al contrario del hombre). Penden sobre nosotros con el riesgo (al menos temporal) de una decapitación. Y si remedio es una palabra que naufraga, Luis Aguilar ya no tiene remedio: consigna, poema tras poema, libro tras libro, su navegar por el ambiente gay, por la literatura, por el cuerpo del otro (siempre tan desvalido). Se arrepiente de deletrear el perdón porque eso volvería explicable todo. Y cómo íbamos a saber que morir no es una metáfora. La tristeza de quienes no saben nunca dónde duermen.
      Formulado desde lo personal, como debe ser una bitácora doméstica, Diario de Yony Paz representa la sórdida verdad y las debilidades narrativas que Luis Aguilar revuelve como buen periodista. Cuando al cronista se le pierde el poeta nos quedamos parados, en transición verbal, sin ese verso que corra en los durmientes. Sin Bestia, por supuesto. Eso parece ocurrir al final de este libro. El amor se deshace. Se mantiene la anécdota. El verso cae.

[Todo se vuelve ruido]

Sin embargo, en el «Epylogo» ocurre un despertar al verbo, reinvención milagrosa. De nuevo la poesía. Luis Aguilar nos ve como miramos todos todo el tiempo; con esa sensación de esperar siempre un gesto enfrente, cierta palabra. Que el poema o el hombre nos encuentren aunque ya se hayan ido. Y la vida es así.

Diario de Yony Paz / Journal de Yony Paz, de Luis Aguilar. Écrits des Forges / Primer Cuadro / Mantis Editores, Quebec, 2016.

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