Poemas / Silvia Piranesi

Las cosas nos imitan

De quién será la culpa de los espacios vacíos, no cubiertos a tiempo. Claro que les puse título, los dividí por capítulos, categorías, mapas. Entendí que hay cosas de adentro y de afuera, cosas que siempre están rotas, siempre viene algo más atrás de las cosas, algo qué reponer, sustituir, enmarcar, disimular. Cada vez que sucede el vacío, me acorralo como animal de granja, no me repongo, me quedo tuerta, renqueando, me quedo detrás de las cosas que piensan, me recuerdo detrás de la repetición del futuro entonces y ahora.

 

Últimamente las goteras

Las líneas en negro son tus palabras al teléfono. Yuxtapuestas no concluyen en las trompas de elefante que algún humo dibujaba fresco al escaparse de la rama de otro humo. Qué decepción. El problema está en la sala. Oigo cargado el paisaje con objetos coleccionables. La mala noticia esperando ahogar una hormiga en el agua. Detengo la lluvia con pinzas, el papel protagónico de colocador de especies en el mapa. Esas letras caídas se escogen como animales, empiezan por ser pruebas fehacientes de que existe el horizonte y frenan luego por caminos hechos para trazar tumbas, cavar escombros, y reconstruir los restos de la noche que derriba árboles y postes de luz.

 

A veces parece justo

Qué pasa que el año no comienza, no nos pasa por los brazos o las gargantas. Qué pasa que los carteros se extinguieron en las ciudades pero aún se les ve en botes pequeños anotados por Asia, eso dicen los carteros en el contacto de la vida que les oscila, que no les pasa nada. A mí me pasan los pensamientos atardeceres nunca uso esa palabra oscilando también, sigue estirándose aguda la pregunta a pesar de que bien podría establecerse en una costa cualquiera, bien podría donde otros viajan en bicicleta y persiguen a los perros por la playa.

 

Sin título

Hoy volví a descartar algunas hipótesis,
dejé que me empujaras con fuerza,
dejé las medias en medio del pasillo.
Agradecida me torcí como un vestido viejo.
Hubo niebla lenta oscilando en la puerta,
el pasado siempre flexible me perdona,
me absuelve.
No hay nada de malo en arrodillarse
y pedir tu lado de la cama.

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