Noche gris / Juan de Dios Rodrí­guez Robles

Preparatoria de Tonalá, 2014 B

Un rayo de luz ilumino su vientre,
y el perro se marchó.
Dios la ayudó, ya tenía a alguien.
Todo iba bien.

En mi cielo las estrellas empiezan a brillar
y en el de ella se acaban de apagar.

Insultos, golpes, tristeza, dolor, miedo, odio.

Fue la peor noche, sólo era un niño,
no pude hacer nada, me obligo,
yo no quería.

Asco, libertad, muerte.

El árbol seco está, todas sus hojas han caído.

Me despierto con ganas de nunca volver a despertar.
Sólo quiero estar, caer y no levantar.
Sobre un puente, debajo un rio.
¡¿Puedes oírme?! ¡Estoy gritando!

Porque te quieres suicidar.
Un día te despiertas y ya sebes como va a ser el resto de tu vida… nada tiene sentido.
Quisieras cambiar algo del pasado pero no puedes… lo único que no se detiene es el tiempo.
Estoy solo.
Yo también.

Haberla encontrado ese día, justo ese día.

Puedo oír tu voz, estás llorando.
Mi corazón está cansado de esperar y mis ojos de llorar.
No me preguntes porqué te amo, tendría que explicarte porque vivo.
Si tu amor es sólo un sueño, no me despiertes,
tú eres lo que yo esperaba.

Quince otoños.
Esa sensación de tocar sus labios.

Era casi media noche, teníamos que regresar.
Un silencio paralizó el tiempo.
Cayó en mis brazos.
La sangre gotea de su frente.
Apenas puede respirar.

Hoy la flor marchita
porque te fuiste de aquí,
todo negro lo veo,
no tengo a donde ir.

Las cenizas vuelan por el aire.
No aguanto más.

Los estoy dejando hoy,
no hay nada que puedas hacer…
para hacerme cambiar de opinión,
adiós.
Una cuerda en mi cuello.
Eso es suficiente.
Es lo único que pido.

Un principio,
mil finales,
junto a ti,
junto a mí,
una vida,
mil momentos,
un amor.

Comparte este texto: