*** / Mariana P. Vallejo

Preparatoria 4 / 2014 A

Camila se encerraba en su armario a pesar de que le habían dicho que la oscuridad atraía criaturas tenebrosas que le podían arrancar la cabeza al instante cuando advertía que estaban ahí, pero nada de eso le pasaba por la cabeza, incluso, cuando recordaba esas advertencias, prefería ser absorbida por las sombras y abrazarse a sí misma, atraer las rodillas a su cuerpo y reposar la cabeza ahí, como queriéndose defender de golpes que no le tocaban a ella. Pero como si lo hicieran.
De cualquier manera, prefería ese rincón en el que apenas cabía, lleno de peligros imaginarios; cualquier cosa era mejor que alarmarse por los sollozos de su madre y los gritos de su padre, en una pelea en la que nadie ganaba.

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