Festín* / Pedro Enríquez Nicasio

Preparatoria 5

Hay madrugadas en las que no puedo más,
quiero tomar el cuchillo de filetes y servirles mi hígado,
¡que lo frían, que lo marinen con una buena salsa y lo compartan en plenaria!
Se sentarán alrededor de la mesa y sólo me comerán;
serán tres tiempos: tórax, cabeza y piernas.
A mi madre denle mi corazón, que saboree mi sangre,
que mastique mis ventrículos y sea mis tabiques,
que lo observe antes de pasarlo,
díganle que tome más que mi oxígeno, especialmente fríanle mi amor,
denle vuelta cada vez que cambie de color,
y sírvanlo con un aderezo dulce; sorprendería saber lo amargo que puede ser un corazón.
A mi padre ofrézcanle mis pulmones, que tome el aire que tanto necesita y se convenza de sí mismo;
sugiéranle que guarde un pulmón para otra vez;
no es indispensable, pero juntos podrían causarle indigestión.
A mis hermanos repártanles el estómago, los músculos, las venas,
que tomen una tortilla y hagan el taco de la vida,
que distingan cada sabor del otro y finalmente comparen su interior con el entorno.

Una vez finalizado el primer tiempo,
escáncienles mis lágrimas, previamente desinfectadas,
que llenen sus vasos y me arrastren dentro de ellos,
quiero ver su interior, tal y como ellos me vieron antes de devorarme.

Avanzada la noche, habrá llegado el turno a la cabeza.
A mi madre ofrézcanle mis ojos infectados por la vida,
sin mis lentes de poesía serán ácidos cual limón de temporada;
que los disfrute, así en su estómago yacerá mi esencia.
Al viejo preséntenle mis orejas, que escuche, que vea,
que sienta a los demás, que ría con ellos.
A mis hermanos pregúnteles si apetecen mi cerebro,
en caso afirmativo, que se dividan los hemisferios
y tiren el resto (para esta hora toda neurona habrá muerto por falta de conexiones coherentes).
¡Que se repita el brindis salado!
¡Llenen los vasos nuevamente, tráguenme!

Mientras se acerca el tercer y último tiempo,
que se distraigan y jueguen con mis dientes,
que intenten predecir lo que estoy a punto de gritar.
Cuando finalmente las piernas hayan llegado,
no pierdan tiempo y arrójenlas como a seres flagelados,
asegúrense de que mis perras las recojan y las usen,
que corran del martirio creciente y aborden el autobús con dirección a los bordes de la ciudad,
debajo del árbol de la bondad yaceremos de nueva cuenta.

*Poema ganador del IV Concurso Literario Luvina Joven, 2014, categoría Luvina Joven/Poesía.

 

 

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