Crónica de un asesino / Christian Josué Castellanos Hernández

Preparatoria 9 / 2013 B

Era diciembre, una de esas noches lluviosas y frías en las calles de Manhattan. La policía se encontraba en la escena del crimen donde Caroline Silver, mujer de complexión delgada, de 1.65 metros de estatura, piel blanca, cabello largo, ojos azules, edad aproximada de 19 años, fue asesinada con un arma punzocortante, después de haber sido violada. Los informes de la policía dicen que el cuerpo de la víctima fue brutalmente apuñalado, como si el autor del crimen hubiese disfrutado hacerlo. También se llegó a la conclusión de que no era la primera vez que el ignoto criminal realizaba este tipo de actos sanguinarios. Lo único que encontraron inusual en la escena del crimen fue una quemadura de cigarro en la pierna derecha de Caroline.
     Una semana después del crimen, una vez que todo había vuelto a la normalidad, Alex,  un chico común y corriente que trabajaba de cocinero, socialmente responsable según sus vecinos y amigos, caminaba rumbo a su trabajo cuando se encontró con una joven. Ella sobresalía de las demás por su mar de cabellos y sus radiantes ojos azules. Alex quedó estupefacto ante aquella belleza y decidió intentar conocerla más a fondo.
     —¡Hola!  ¿Me regalas la hora?
     —Claro, son las 9:25.
     Al momento en el que ella sacó su teléfono para darle la hora, él se percató del gafete que asomaba de su bolso, tenía el nombre de una empresa y por eso se imaginó que se dirigía a su trabajo. Alex conocía todas las colonias aledañas a la suya, por eso supo que la empresa se encontraba cerca de ese lugar. Con esto, se despidió y ambos tomaron rumbos diferentes.
     Por la noche, Alex salió del trabajo y se dirigió a la empresa de ropa donde la joven trabajaba. Cuando la vio salir, se puso su gabardina negra, encendió un cigarrillo y decidió seguirla. Entre el tren al que ella tomaba y la empresa donde laboraba había un callejón. Alex la siguió de cerca y la joven se dio cuenta de que la iban siguiendo, entonces se asustó y apretó el paso, pero Alex consiguió alcanzarla y preguntarle…
       —Sólo quiero saber tu nombre.
      —¿Para qué quieres saberlo?
Alex, de manera rápida, le tapó la boca y dijo:
      —Te deseo. Esta noche tú serás mía, zorra desalmada.
La joven, asustada y sin fuerzas para luchar por el arduo día de trabajo, comenzó a forcejear. Alex, dueño de la situación, comenzó a manosearla, la tiró al suelo, sacó un pañuelo de su bolsillo para amarrárselo a la boca y luego de esto comenzó a desvestirla para violarla. Cuando terminó la violación, la mujer se encontraba semiinconsciente. Alex solo se levantó, encendió un cigarrillo y le puso su marca en la pierna derecha, sacó un cuchillo, y la atravesó una y otra vez en el pecho sin piedad.  Alex, confiado de que no sería atrapado por su fechoría, terminó su cigarro y se esfumó del lugar.
                  El joven Alexander Tod, horas después de los hechos, se despidió de sus vecinos y compañeros para irse a otro estado del país, donde deseaba aprender más del arte de la cocina.  Pasaron algunos años, la policía de Manhattan fue notificada sobre crímenes similares en algunos estados del país. El tiempo aproximado de los crímenes era de días y el modus operandi de los mismos coincidía. Los crímenes relacionados con esta investigación ya suman más de 33 en cinco estados del país.  El viaje culinario del joven no parece acabar.

 

 

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