Pomeas / Víctor F. A. Redondo

   
La destrucción de la realidad
    
     Como operación delicada que es, los poetas
     comienzan a roer la realidad con tal delicadeza e inocencia
     que nadie, juraría, creería que eso es lo que sucede.
     Se desmontan los mecanismos del pensamiento.
     La orfebrería mental
     se desvanece.
     La realidad se aleja del corazón. Desaparece el placer.
    
    
     (Otra manera de verlo:
     el mundo se aleja de los hombres
     porque el mundo los sobrepasa en inteligencia,
     veut dire: la Tierra piensa).
    
     Se destruye la tapa de lo razonable: el cerebro
     estalla.
     Entonces la vuelta de tuerca,
     el golpe de efecto,
     retroceso para la ironía:
     se ha ido,
     se ha ido,
     repite la voz: se ha ido
     un hombre viejo que al enfrentar su vejez
     decidió arrancar de la muerte
     un argumento: la revelación de un misterio:
     ver
     lo que no existe.
    
    
Un sueño de Paracelso
    
     Mago de espina seca
     astrada medialuna
     bajo el carmen perfecto vio
     dos mañanas de fuegos azules
     ardiendo entre cristales sabios
     el amor lejos siempre de la sabiduría
     más calor, más agua verde,
     amenazando qué estirpe religiosa
     tras la cortina
     el pasillo laberinto
     el silencio y la letra
     creció el humo y nació la piedra
     la virtud.

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