En el autobús / Susana Haide Magdaleno Ortega

Preparatoria de Tonalá / 2013 B

Siempre pasa que vas en el autobús rumbo a tu casa, la escuela, el trabajo, de compras, a un lugar en específico, estás sentado leyendo un libro que ni siquiera puedes leer bien porque el camión va a todo lo que da y pareciera que estás en la montaña rusa; o maquillándote, esperando a llegar a una parada para poder hacerlo y la raya del delineador no se te escurra; o escuchando música para no poner atención a la plática de la persona que está a tu lado o para mitigar la horrenda música que lleva el conductor, o simplemente para hacerte más ameno el camino.
     También nos llega a pasar que el camión va muy lleno y todavía el chofer no comprende que sólo llegan a caber cuarenta personas y sube y sube y vuelve a subir más pasajeros; las personas que se hacen las dormidas para no dejar sentar a quienes lo necesitan, como las madres con sus niños, ancianos o mujeres embarazadas, y cuando piensan que tú estás distraída voltean a verte y rápidamente vuelven a cerrar los ojos. Y lo que es peor: los niños latosos que durante todo el camino están llorando y ni subiendo todo el volumen de tu celular, ni haciéndote el dormido puedes acabar con todos esos gritos.
     También hay ocasiones en las que unos intentos de cantantes se suben con una voz de pito de calabaza, gritan, no cantan, y todavía tienen el descaro de pedir dinero; aunque existen otros a quienes hasta aplausos y toda mi cartera les daría porque tienen un talento impresionante. Además están las historias que se arman algunas personas con tal de sacarte un peso, y hasta llegan a llorar, pero luego resulta que les ocurrió lo mismo que días antes  en el mismo lugar y a la misma hora, pero un día distinto.
No faltan los vendedores, al momento de poner un paso en el autobús puede que sean unos transas, ya que te ofrecen productos como si se tratan de una gran oferta, pero resultan un asco porque no están completos, están en mal estado o simplemente no funcionan, y es aquí cuando dices no vuelvo a comprar más en los camiones, pero al siguiente día de nuevo te ven la cara.
     Todo puede pasar en un autobús, por eso debemos trabajar mucho y comprarnos un carro, para no andar con los problemas de los camiones. Pero a veces todo eso puede ser divertido cuando alguien se cae; claro, mientras no seas tú.

 

 

 

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