La guerra del deporte (fragmentos) / Elfriede Jelinek

La guerra del deporte 1
La guerra del deporte 1

 La guerra del deporte 1

La autora no da muchas explicaciones, eso ya lo aprendió. Haga lo que quiera. Lo único que sí o sí debe ser es: coros griegos, únicos, masas, quienquiera que tenga que aparecer debe llevar, menos en los pocos lugares donde está especificado algo distinto, ropa deportiva, eso ofrece mucho campo para sponsors, ¿no? Los coros, si se pudiera, uniformados, todo Adidas o Nike o como se llamen, Reebok o Puma o Fila o algo así.
    Lo que yo quiero de los coros es lo siguiente: el director o la directora del coro debe estar conectado a través de audífonos con el canal deportivo y transmitirle al público todos los eventos deportivos interesantes o actuales (según su criterio), esto por medio de subirse a una rampa y decir lo que tenga que decir, o que lo escriba sobre pizarras que levantará en lo alto o, un poco más caro, a través de escrituras luminosas que se pueden ir escribiendo como en una computadora o una máquina de escribir. Como director/a de coro se deberá elegir a una persona que tenga facilidad para improvisar, él o ella va a la rampa y anuncia, interrumpiendo el juego, un nuevo resultado, y el coro toma esto y lo repite coralmente. Y de manera tal que el desarrollo de la obra sea interrumpido a través de esto, desarrollo que no hay de todos modos.
    Lo que tiene que ver con el escenario mismo quizá podría funcionar así: uno lo podría dividir en dos sectores de este modo: un sector en penumbras del estadio deportivo se eleva frente a nosotros, malla de contención que debe separar a las hinchadas, para que no se maten inmediatamente una a la otra. A ambos lados de las mallas sobresalientes hay policías uniformados, de espaldas a la malla, con los rostros atentos hacia las dos multitudes, que quieren acercarse, que intentan empujarse una contra la otra, golpean los alambres, a veces hasta llegan a romper la malla, etcétera. Las dos multitudes son multitudes enemigas, sobre sus desbordamientos trata en definitiva toda la obra, pero quizá también sobre algo completamente distinto.

 

Elfi Electra
[…] nada más que deporte y deporte y otra vez deporte en las cabezas. Somos cada vez menos porque la mayoría de nosotros están sentados frente a la tele y a los que llegan tarde no se los deja entrar. El Señor director se podría sentir molesto frente a esas masas porque no han venido a verlo a él y nosotros, los espectadores, también una masa súper crítica, que se enfrenta con otra que también es razonablemente crítica, pero que no tiene razón. Pero nosotros no necesitamos criticar a nadie más, ya que esos deportistas que se presentan allá, santo santo, un triunfo absoluto de la voluntad y la belleza. nunca supe que los cuerpos también pudieran ser cultivados. Lástima que se les perdió el sentido de la profundidad, una excepción: los buzos. ¡dios mío! ¡Qué chatos son mis chistes hoy! ni siquiera llegan a quemar mis dedos, con los que yo aquí paso revista a mis partes malas. no importa. Léame a pesar de eso. ¡Pero no se me venga demasiado cerca, porque siempre estoy tan enojada que quisiera aplastarlo por mi cuenta! […]
     Entran una mujer de unos 45 años y un deportista joven y patean por el piso un montón al llegar […]La mujer, en lo que respecta a su ropa, junto con «la mujer vieja» después, la única excepción en esta obra, aparece con vestimenta elegante aburguesada, y con la intención, al mismo tiempo, de parecer un poco atrevida. Es decir, normal. Prende un televisor sin volumen en el que se ve a las masas desaforarse durante un evento deportivo. Los textos que siguen serán más o menos hablados por voces masculinas, en realidad no es muy importante, mientras los que están en el escenario mueven los labios sincronizadamente o no. Pero también se puede hacer totalmente distinto. Ésta es una posibilidad entre muchas otras, todas me parecen bien.

 

La Mujer (mientras patea el atado):
Por favor, hijo, hoy por única vez no vayas al campo de deportes. Me siento interiormente tan inquieta, algo me dice que no te voy a volver a ver. Hoy temprano —aunque, como siempre, de mala gana— me diste un beso, pero al hacerlo te sentiste superior a mí. a pesar de haber sido tan bueno, igual yo lo siento: te me vas de las manos, estás siendo arrancado de mis manos. Yo igualmente ya encontré vías y elementos para imprimirme en ti como un papel lleno de leyes de protección al menor, a pesar de ser tú ya desde hace tiempo mayor, y te plantas frente a mí como una pared llena de carteles de publicidad pegados encima. Frente a esa pared estoy sentada, con la esperanza de que me dejen entrar, y tus esquíes amenazan permanentemente con caerse del armario encima de mí. Cuánto tiempo hace que íbamos juntos a esquiar y tú me lastimabas haciendo más puntos que yo. Todavía hoy te gusta tomar en cuenta actividades, pero ellas no tienen que ver conmigo. Tus camisetas te identifican como un sonámbulo que cada segundo es vigilado por su reloj, que él mismo preparó para eso. Pronto nos va a alcanzar con darnos un apretón de manos cuando nos veamos. Una vez voy a dejar de oír de ti, porque habrás sufrido un terrible accidente. La gente joven y dinámica no es justamente la más lenta. después de ese accidente voy a encontrarme bajo la impresión de la tragedia. Un par de días antes les habrás dicho a tus camaradas, antes de subir en el cablecarril, que tienes todo listo para la temporada. Esquíes, botas, cuerda. Te habrás hecho grandes ilusiones. Todo va a pasar tan rápido que va a ser difícil entenderlo. de la mano izquierda hasta la muerte. Te habrás estrellado mortalmente yendo a casa y viniendo de andar en carting. Una maniobra para pasar a otro auto va a resultar en fatalidad. Tu auto va a estrellarse contra un autobús que viene en contra. diez pasajeros van a ser heridos, pero qué son ellos al lado de tu muerte. Ese triunfo sobre tu cuerpo no va a ser poca cosa, sino un comeback pasando por un desvío por la muerte. así te podrías instalar finalmente y para siempre en la punta. Tú vas a estar tirado, mientras todo el país te pasa al lado volando. Sí. Tú y tus amigos. alguna vez habrán recorrido todo el mundo, chicos, ¿y después? ¿a dónde van a ir? Para eso justamente trabajan ustedes en sus corrales de esquí, para no pasar desapercibidos.   Tus amigos juegan entre ellos mismos sin medir las consecuencias, sin reflexión, que de todos modos no sería necesaria. Entonces tú ahora callas, convalidas madurez con inmadurez, así como estaban acostumbradas las naciones antes que se unieran para de esa manera caer unas sobre otras aun con mayor alegría. Todo eso se transforma sin interrupción hasta llegar a mi dulce aguante. Por suerte no soy agresiva ni tampoco lo son mis amigas. nosotras hablamos sobre temas y nos debemos respeto, así se le llama al recorte que les hacemos a los temas después de haberlos elegido. Poetisas coronadas por el éxito nos dan conferencias. Chapotean en sí mismas, porque parece que ahí está bien calientito, un poco de espuma perfumada se les escapa calladamente del lugar de la boca. Se la limpian. después dicen lo que tienen que decir: valentía, tristeza, perplejidad, multiculturalidad. Siempre lo mismo. Esa mujer pasa el dedo mojado por su círculo de lectores y piensa que eso puede ya alcanzar a modo de deporte. El aburrimiento comienza a tirar de tu cuna, mi hijo, y tú no eres ningún haragán. Tú quieres salir, a pasear el perro, si no queda otra. Mira esa otra mujer comprometida, ella toca el filo de la fuente que la rodea. además de eso, siempre está rodeada de amigas, para mejorar su resonancia. Se escucha un sonido estridente como de casa y cocina. nosotras, las mujeres, casi siempre somos amateurs, pero todas nos empeñamos en ayudar a desparramar lo que una de nosotras tiene para decir, sólo que no sabemos cuál.   Sí, también una que no sabe puede sentir satisfacción cuando tiene razón. Tus amigos se burlan de mis miedos de perderte. Y tú te burlas con ellos. Ese acuerdo razonable entre ustedes lleva muchas veces a peleas sangrientas. Eso ya lo sé. Yo, igualmente, pincho agujeros en tu defensa. noches enteras no puedo dormir por eso, a pesar de ser experta en enfrentamientos que borro, primero humedezco con lágrimas, después seco, por escribirlos en mi libreta. ¿Por qué soy una enemiga frente a tus ojos, cómo es que se llegó a eso?   ¿de dónde tu eterna frescura cítrica con la que me robas la respiración? ¿Qué de mí misma, de mi alacena? Yo sólo quiero saber dónde estás en este momento. a tus camaradas de deporte les parece ridículo. Tú cosechas aplausos de tus amigos cuando te ríes de mí. Pronto no voy a poder ni siquiera mirarte en la vía pública. nadie mira hacia donde está la madre. La madre determina la aptitud de su hijo, sólo para volverse inepta ella misma. El deporte tiene más efecto cuando se practica públicamente. Cuando las fotos de las estrellas aparecen en los titulares, se asoman de detrás de las páginas que las esconden sólo para descubrirlas luego de mejor manera. Pronto voy a ver más tus tobillos desde atrás cuando entras para patear más todavía a una pobre pelota ya desollada. Y eso que la pelota vino exclusivamente a visitarte. Pero ella también quiere seguir, hasta el jugador de centro, que está libre, lo que tú no estás, demasiado tonto. allí, donde tú no estás, está la felicidad. ¡Eso es lo que tú crees!  Tu tiempo pasado para mí era más hermoso. Cómo me gustaría conocer a tus amigos, pero tú no me lo permites. Yo también soy, a mi manera, una heroína, sólo que tú no lo ves, a pesar de que yo, como siempre, me he esmerado con mi vestimenta. nosotras, las madres, somos o heroínas silenciosas o heroínas ruidosas. a causa de un amor propio lastimado tapaste el entendimiento entre nosotros, como el desagüe de una pileta. Tienen que ser sólo tuyos, tus camaradas. Es como si te fueras a la guerra. Yo grito desesperada: ¡no me hagas sufrir! Yo no tengo dudas de tu talento para moverte rápido o quedarte en un lugar y acondicionar aparatos con tu persona, según lo que más te venga bien. Sin embargo, saltas para todos lados delante de mis ojos, un anunciador con cartera de anuncios colgada […]

El coro:
¿Por qué dejó ir a su hijo a la guerra del deporte si enseguida quiere volver a tenerlo? ¿Por sus problemas de postura? En ese caso se miente a sí misma, si no, mire la postura que adquirió a través de su deporte. ¿Es ésa quizá mejor? Usted pensó que de esa manera se quedaría por más tiempo, el hijo, si tiene una meta que no está puesta en una persona. ¿Cómo, la madre tiene que estar fuera de eso? ¿Que él cultive sus impulsos raros, dirigidos a la nada? ¡Usted le dio el primer impulso, señora! Usted ya tendría que haber percibido que uno, una vez que comenzó a tener confianza en sus zapatillas de deporte, que siempre son un número más grande que lo que se tenía hasta ahora, por ejemplo ese jugador de básquet aquí en la foto, es ése su hijo. ¿no? ah, ¿ve usted? Y aquél con la barra sobre los hombros, ése tampoco es, ¿no? ¡Vea! ¿Ve que uno firmó con sangre y sudor y dolor un contrato que no se puede romper muy fácilmente? Unos ganan por ese contrato, a otros los ganan tarde o temprano los médicos, para que a todos aquellos que salieron airosos, que llegaron flaqueando a la meta después de que el cronometrista ya había guardado su reloj, como castigo les sea cortado un pedacito de cartílago de la rodilla. después se sienten mejor otra vez […]
     Huesos se quiebran, ligamentos se desgarran, venas revientan, tendones se estiran, igual sobreviven, de algún modo. Los cuerpos humanos haciendo deporte son como cajas de pizza o vasos desechables, al principio son hermosos y después están utilizados, sí: ¡usados! Pero siempre son lavables y fáciles de cuidar, gracias a las fibras modernas que el Creador ha utilizado con ellos, especialmente con ese hombre que acaricia nuestras pantallas de tv desde adentro en su dulce dignidad de maldición con sus fibras musculares. Uno tendría que dejarlo horas cocinándose en su propia salsa, para que se vuelva un poco más tierno con cada uno de nosotros, o no, aquí hay algo totalmente distinto: fibras más tiernas que las de él no han sido todavía descubiertas. Pero mañana ya quizá hayamos llegado a eso, y entonces las va a haber en todas partes […]

La Mujer:
[…] Yo intento ponerme a mí misma en el lugar de mi hijo. Él se saca de su cuerpo la protección del alma y se salpica en el campo, como con una botella que el corredor toma de la mesa de los refrescos al pasar. Se salpica inútil y descuidadamente. Su cuerpo lo tranquiliza cuando él lo tiene que dejar quieto por un momento para recibir el alimento. Si sigue haciéndolo así pronto va a ser un muerto o por lo menos estará en el hospital. a lamentarme estoy acostumbrada. Él no se permite ninguna pausa, el hijo provoca ruido. antes va a tener que sufrir, eso lamentablemente yo no puedo evitárselo. Por favor, en lo que a mí respecta, siempre trabajé para tener el menor contacto posible con lo corporal. ¡Una vez casi me alcanzó! Se me dijo que yo era una estúpida porque, en realidad, para ser una amante apasionada me había anotado en un curso de bailes de salón. ¿Y eso por qué? Por favor, la ropa me la quito inmediatamente, después de dos días con mi piel ya no va. Incluso con la ropa quiero evitar un contacto demasiado intenso. EI nacimiento de ese hijo fue el contacto más profundo que tuve con un extraño. ¿Será por eso que estoy tan pendiente de él? Quedó como hijo único […]

La Víctima:
Ya muchas veces me ha interesado por qué razón esos deportistas, mis grandes ejemplos, a pesar de ser famosos no son alguien en realidad. ¡no son nada! Y en realidad porque no cualquiera puede ser nuestro hijo. Pero algunos hijos, sí, también el suyo, querida señora, quiere a toda costa ser cada uno de ellos. después del programa hablamos mucho tiempo sobre ellos, nuestros héroes, ellos en cambio son vistos gustosamente por nosotros, nos quieren dar mucho, sin embargo: no importa qué identidad nosotros le prestemos, por sus acciones no lo conocemos, a nuestro deportista favorito […]

Una mujer joven (haciendo flexiones):
Un tiro al cesto, pero naturalmente otra vez no lo emboco, tampoco tengo que embocarlo… lo importante es que siga representando mi rol alegre. Respecto a la mujer y al deporte, tengo lo siguiente para decir: la mujer debe ser hermosa ya que ella se encuentra, parecida en esto al deportista, solamente en su cuerpo. Si no estaría permanentemente ausente y uno no podría ver lo atractiva que es. Un «ah, sí, hermosa mujer, ¿usted también aquí?», levemente despectivo, alcanza casi siempre, ni siquiera hace falta un televisor ni una revista para posarse sobre ella traqueteando, salpicando aceite protector solar y oscureciendo el cielo como las alas de un cisne, en un tumulto horrible de plumas y gritos. Un dios tiene que haberle puesto a uno antes ese tipo de palabras en su propia solución fisiológica con una pipeta, si no todo eso no sirve para nada. Yo digo entonces, casi siempre: «¡ahí lo ves, entonces!», y ya está quebrado ese manto que cubriera, a mí de ninguna manera, a algunas personas tímidas. Si yo fuera una de esas contestadoras y dijera, aburrida: «no, yo todavía tengo que llegar», o mejor todavía: «ojalá llegue pronto», entonces ya ganaron los Señores de la Creación, no importa si la susodicha mujer es depilacionista o no, yo de todos modos no lo soy. no, el depilacionismo no es una enfermedad de la piel, sino la alegría que provocan las partes rasuradas del cuerpo.
     Después, la alegría que provocan las bombachas ajustadas, de manera que, parecido al agua y al pez, no hay nada entre mi cuerpo y esas miradas que saben adónde apuntar. Sea como fuere, siempre se ve más que suficiente. no se puede dejar de ver nada. Lo que usted acaba de descubrir aquí es mi figura. En realidad se me podría llamar, si no fuera yo una hermosa mujer, una adivina falta de motivación que se ríe de forma chillona, pero yo por lo menos le puedo mostrar. ¡otras definitivamente no pueden! bueno. Y ahora el deportista: él se encuentra, como ya se dijera, sobre todo en su cuerpo, pero a pesar de eso no tiene ninguna representación acerca de lo que él mismo es, porque: la representación la da él mismo permanentemente para los otros. Como en las cosas que tienen que ver con la muerte: uno está totalmente concentrado en el otro, a pesar de que uno sabe que también está presente. ¡Venga, visite otra vez a ese deportista y véalo cuando demuestra lo ágil que es, y vaya a buscarlo otra vez después para el jolgorio nocturno! Y él bien se tiene que esforzar, ya que el deportista es, al contrario que la mujer y dios, sólo lo que él hace […]

La víctima (realizando sus tareas mientras es pateada):
¡Deporte! El deporte es la organización de la inimputabilidad que se aglomera en setenta mil personas y después es derramada sobre un par de millones en casa frente a las pantallas del televisor. Sí, como perros mojados se arrastran el lunes temprano otra vez hasta el trabajo. Todos los fines de semana vuelvo a enamorarme de mi sala, donde aparecen mis héroes, y puntuales como el reloj incluso, a pesar de que, según se dice, los prominentes suelen ser impredecibles. Por eso, por lo menos el noticiero deportivo tiene que empezar puntualmente al segundo. Cuando al fin van a ser largados los corredores, les preocupa más a la canilla y a la mano que dominan ese elemento inseguro, el tiempo. Yo simpatizo con la violencia que hace tan haragana a nuestra sociedad. odio a la gente que hace que esa sociedad me repugne. Ya no puedo esperar ser arrastrado por algo, quizá por una verdadera corriente, así como ahora. Eso me gusta. ¡ahí pasa algo! autora, ya veo que usted otra vez se tomó atribuciones para hablar por mí, y la presiono por el lado indicado, para que usted por el otro lado tome partido a mi favor. después resbalo rápido hasta el otro extremo del banco para que usted no tenga lugar al lado mío. ¡Usted sólo quiere volverse famosa! Usted siempre está del lado de las víctimas. ¿no se le prende una lámpara eterna en su semáforo que se ha colgado de manera marcadamente visible sobre el corazón, como si fuera un tabernáculo? ¡Yo tenía verde igual que mis enemigos también lo tenían! Hasta allá voy a tener permiso para ir, ¿o? ¡allá están los muchos y yo también sí o sí quiero ir! Es mi riesgo. Mañana van a estar en otra parte y yo voy a estar con mi asunto de muerte frente al Juicio Final, invisible lamentablemente, sin voz, la víctima: tirado sobre el piso por un asesino y arrastrado y ejecutado para una foto. Sí, mañana ya se ve todo de otra manera, sólo yo voy a quedarme quieto en mi foto, invariable y tranquilo. ¿a dónde vamos a llegar si un simple gendarme campesino se trasforma en alguien de quien nos tenemos que ocupar, sólo porque salió en el biatlón o en esquí de fondo en las olimpíadas o porque mató a su mujer y a sus dos hijos con su arma de servicio? Hoy me toca el turno a mí como una persona que llama la atención. También en un grupo, pero allí entonces con precios promocionales. Las personas como yo que viajan conmigo levantan sus ojos, revestidos de colores con los acostumbrados lentes de contacto, y los dejan caer sobre mí, ¡ay, me duele! Si éstas son las masas modernas, entonces estoy espantado por su falta de mesura […] *

Traducción del alemán de Graciela Berton
Originally published under the title Ein Sportstück
Copyright© 1998 by Rowohlt Verlag GmbH, Reinbeck bei Hamburg

 

La guerra del deporte 2

Comparte este texto: