Para tres / Adriana Juárez

Preparatoria 12 / 2012B

Se acercó despacio
se sentó junto a mí
tímidamente tomó mi mano
y se quitó el abrigo

Mostró su interior,
un camino lleno de luz.
Agarró mi alma
como si fuera un trapo,
respiró de ella.
Yo me sentí liberada.
Pero rápidamente
ella se alejó
sin dar respuestas.

No podía acabar así.
No sería parte de su burla.

La busqué en la azotea.
Esta vez,
la encontré entre la gente
en las luces
                 los autos
la ciudad.

Me decidí.
Le dejé ver mi fresca piel,
mis pechos sensibles
a los que el viento corrompió.

Tomé el bisturí,
marqué una línea roja.
Tuve miedo,
pero ella lo quitó.

Cantó una sinfonía
dulce y excitante
que provocó en mí
una adrenalina avasalladora.

La pude sentir.

Y volé
atravesé cielos
m a r e s
                            montañas.
Grité palabras incomprensibles
sin lógica alguna.

Así los días pasaron
como un torbellino violento
que de pronto se extinguió.

Me vi sola
con frío.
No supe qué hacer.
Me encontraba perdida.
Quería volver.

Más tarde
vi una silueta delgada,
pálida,
seria.

No era la mujer bella
que antes me había acompañado
a recorrer el mundo.

Vino a mí.
Su frío glacial
tocó mi brazo.

Aunque yo estaba cansada
le ofrecí mi ser.
Ella lo rechazó
con un gesto.

Su mirada de relámpago
me mostró un sendero
de una tétrica soledad,
luego se marchó.

Ahora estoy en medio de la nada.
Ya no siento.
Ya no puedo volver
con ninguna de ellas.

Comparte este texto: