Carta a un cliente insatisfecho y ambicioso / Alexandra Bosques Muñoz

Preparatoria 12 / 2012A

Estimado cliente:
     Como ya se lo dije el día en que vino a dejar en mis manos sus zapatos, le sostengo que mi zapatería es de alta calidad. Pero sepa usted que su calzado era un desastre a una muy gran escala.
     Creo que debe saber que de sus zapatos sólo servía esa pequeña y brillante hebilla. Espero perdone mi atrevimiento, pero estoy seguro de que en el estado en que sus zapatos se encontraban ni siquiera un pordiosero los querría.
     Mas le pido una sincera disculpa porque le prometí algo que no le cumplí, o que al menos no era lo que usted esperaba. Antes bien, sea de su conocimiento que intenté todo lo posible a mi alcance para que los zapatos mejoraran; su suela desgastada se repuso con un cómodo material, su piel era olorosa y por más que la trabajé el olor ya estaba tan impregnado que se me tornó imposible quitarlo. Le recomiendo un jabón de té negro para el hedor que usted emana y transmite a sus zapatos. Si se pregunta usted también por la deformidad de su calzado, se debe a la imposibilidad de regresarlos a su forma original, no entiendo cómo no había detectado antes lo gastados que estaban sus zapatos por dentro.
     Aprovecho también esta carta para decirle que comparto con usted la idea de que es un gesto humilde renovar un par de zapatos para sacar de ellos aún más utilidad, sin embargo, sepa usted que en ciertos casos de la vida necesitamos dejar aquello que ya nos ha regalado lo más que nos pudo entregar, por más que deseemos tenerlo con nosotros, como signo de humildad o de aprecio, siempre es más sano dejarlo ir. 
     No soy nadie para pedirle que olvide su entrañable calzado; al contrario, desprendernos de algo que, como le repito, ya nos ha dado mucho no es sino una oportunidad de avanzar, de abrir nuestras posibilidades a nuevos horizontes, y créame, respetable señor, que aferrarnos a los objetos ya inútiles no es la solución.
     Yo le ofrezco cambiarle los zapatos por un par que le permita caminar y poder disfrutar, seguir adelante hasta donde nuevamente se lo permitan, como ya lo ha hecho ese calzado al que le sugiero renovar ya.
     De cualquier manera, espero acepte mi más sincera disculpa si con mi trabajo, al cual amo profundamente, hice daño a algo que para usted guarda un gran valor.
Espero pronto nos encontremos, quizá lleguemos a un favorable acuerdo que compense este incómodo malentendido.
Sinceramente: el zapatero.

 

 

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