Celebración / Carlos Travesí de Diego

Bebamos. ¿A qué aguardar las candelas? Hay un dedo de día.
Descuelga y trae grandes copas pintadas, enseguida.
Porque el vino lo dio a los humanos el hijo de Sémele y Zeus
para olvido de penas. Escancia mezclando uno y dos cazos,
y llena los vasos hasta el borde, y que una copa empuje
a la otra…
Acteo de Mitilene

¡Vamos, vamos! Descuelga el inoportuno
y ruidoso teléfono; desconecta el correo
electrónico y su irritante son; apaga el móvil
o déjalo vibrar hasta que se precipite, suicida,
contra el duro suelo; desenchufa el televisor
devorador de horas y pon música donosa,
de esa que tú sabes. Baja las persianas, oculta
la luz detrás de sus lamas y simulemos
que no estamos. Mejor aún, apaga las luces
y enciende los dorados candelabros de fragantes
velas, aquellos que compraste en Mitilene
bajo el hechizo del dulce olor de las higueras
y la blanca luna oriental.¡Vamos, vamos!
Trae dos hermosas copas de fino cristal y saca
ese tempranillo excepcional que guardaste
para una gran ocasión… ¡ya ha llegado!
«¿Cuál?», me dices. «¿Dónde está?», me dices.
Aquí. Aquí mismo ¿No lo ves? ¿No percibes
el milagroso momento que vivimos aquí,
ahora? Indistinta parece la noche, semejante
a las que pasaron y a las que habrán de venir.
Pero si oyes con oídos atentos, escucharás
el rumor que exhalan las entrañas de la negra tierra
de los hombres (ellos caminan sobre ella;
bajo ella duermen el olvido del sol); dice:
¡Alégrate, tú, que estás vivo! ¡Escucha, atiende!
¿Lo oyes? ¡Ahí está, subiéndote por los pies,
acariciando tus torneados muslos, besando
tu blanco vientre, ascendiendo por tus brazos
hasta tus bellos hombros, llenando tus ojos
luminosos y tus densos labios sonrientes!
¿Lo oyes? Sí, dime que lo oyes. ¡Vamos,
vamos! No te hagas de rogar, que la noche
no espera y después vendrá la insomne
aurora de rosáceos dedos y nos encontrará
cansados, escasos de esta codicia de fiesta.
¡Vamos, vamos! No te entretengas con lo corriente,
no te ampares en las cuitas vanas del día.
Enciende las velas, ve por el vino y las copas,
y escáncialo sin mesura, que hoy estamos
juntos aquí y ahora, y mañana sólo es un limes

borroso e intruso, del que no queremos saber nada.

 

 

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